miércoles, 19 de enero de 2011

Los errores de los economistas

Los errores de los economistas
Carlos Berzosa
Sistema Digital
En un artículo reciente, Vicenç Navarro criticaba a los economistas que forman parte del grupo de los 100, entre otras cosas por no haber sido ninguno de ellos capaz de predecir la crisis. Con ser esto grave, y que ha afectado a la mayor parte de la profesión en todo el mundo, lo más preocupante es que casi ninguno de ellos tampoco ha explicado de una forma convincente las causas y la evolución de la crisis. Da la impresión de que no se han enterado y siguen sin enterarse de lo que realmente ha pasado y sigue pasando. Los remedios que dan, por tanto, para resolver los problemas son equivocados, al confundir los efectos con las causas, y tratar de poner la carreta antes que los bueyes. Sin un buen diagnóstico resulta prácticamente imposible acertar con los remedios.La escasa capacidad que la mayoría de los economistas académicos ha mostrado para predecir la crisis es el objeto principal del libro que acaba de publicar Roberto Petrini “Proceso a los economistas”. En él se recoge, al igual que en el muy recomendable libro de Juan Tugores "Crisis: lecciones aprendidas…o no", la anécdota que se ha hecho famosa acerca de la pregunta que hizo la Reina del Reino Unido en su visita en noviembre de 2008 a la London School of Economics, con motivo de la inauguración del nuevo auditorio. La Reina Isabel preguntó por qué ninguno de los grandes economistas allí reunidos había sido capaz de detectar a tiempo la gran crisis financiera que se venía encima. No obtuvo respuesta. Al parecer, sólo el español Garicano, director de uno de los departamentos, pudo apenas balbucear algún intento a modo de contestación.Posteriormente, hubo una carta de respuesta formal, en la que se culpaba a los “magos de las finanzas” y en la que se ofrecían tibias explicaciones y excusas referidas a “un fracaso de la imaginación colectiva de mucha gente brillante”. El hecho sucedido, así como la carta, fueron objeto de comentario en la prensa británica. La argumentación, desde luego, no podía ser más débil, lo que motivó que un conjunto de economistas, que cuentan con un alto reconocimiento académico, capitaneados por Geoffrey Hodgson, expusiera otras razones. La más importante, atribuía el despiste de la mayoría de los economistas respecto a la crisis a que la economía, como ciencia, se hubiera convertida en los últimos tiempos en una rama de las matemáticas, lo que la había alejado del estudio de los problemas reales. Hay, por tanto, economistas brillantes que, bien por el objeto de su estudio, muchas veces bastante irrelevante y sin aplicación al mundo real, o bien por la metodología que utilizan, excesivamente abstracta y formal, son incapaces de explicar lo que realmente sucede en el mundo. Todo lo que está pasando debe servir para cambiar las enseñanzas de la economía actual. No es que se descarte, por mi parte, la enseñanza de las matemáticas, sino al contrario. Considero que los economistas deben tener una buena formación matemática, estadística y econométrica, pero estos conocimientos deben ser medios e instrumentos y no fines. La formación en teoría económica es la base en la que se sustenta el conocimiento sólido de los economistas, pero no olvidemos que no solamente existe la teoría neoclásica, hay otros enfoques que, en muchas ocasiones, son alternativos. El estudio de la historia económica y del pensamiento, así como de las instituciones y la estructura económica resultan fundamentales para el conocimiento de la realidad concreta y material. Precisamente, algunos economistas que se han acercado con un buen instrumental teórico a la realidad, son los que han sido capaces de predecir lo que se avecinaba. Aunque se ignore, sí hubo quien pronosticó lo que se venía encima. He mencionado en otras ocasiones a economistas que de algún modo advirtieron de los peligros en los que la economía se encontraba, como consecuencia de la primacía de las finanzas, la desregulación, las desigualdades existentes, y las burbujas especulativas. Pero resulta muy ilustrativa la información que proporciona el artículo que escribe en "Sin Permiso", revista digital, Amaranta Süs, pues hace referencia a la concesión del Premio Revere a los diez economistas que predijeron la crisis. Para ello han votado 2.500 economistas de todo el mundo para elegir a quién consideran el científico que primero y con mejores argumentos advirtió al mundo del colapso financiero. Cada votante disponía de tres votos y se emitieron un total de 5.062. Este premio se ha concedido en honor de Paul Revere y de su famosa travesía nocturna para alertar a los norteamericanos de la proximidad del ejército colonial británico. Se trata, por tanto, de saber si hoy como ayer alguien advirtió de la proximidad del peligro. Sí los hubo, pero no se les hizo caso.El más votado resultó ser el economista matemático de formación marxista, pero que utiliza el modelo de Minsky, Steve Keen (Universidad de Sydney), que recibió 1.152 votos, el doble que el segundo, Nouriel Roubini (Universidad de Nueva York). En la lista se encuentran economistas bien conocidos en España, como Joseph Stiglitz, en cuarto lugar, Paul Krugman, en séptimo, y Soros, el décimo. También, aunque, menos conocido, Robert Shiller, en sexto lugar, que tiene un libro fundamental para entender las claves que originan la crisis, como es “El estallido de la burbuja”. Para el que se encuentre interesado en leer artículos del primer clasificado los puede encontrar en “Sin Permiso”. Siete de los diez clasificados se han citado periódicamente en esta revista digital.En suma, no todos los economistas se encuentran tan despistados ante la crisis, y lo que hay que hacer es leer precisamente a aquellos que la historia les ha dado la razón. Una vez más todo esto pone de manifiesto la urgencia de cambiar los planes de estudio de las facultades de economía, en la línea que hemos señalado. Estudiar a su vez a economistas como al poskeynesiano Minsky, que está triunfando después de muerto, y cuando se encontraba desaparecido en la bibliografía de los colegas economistas, ahora revive y es una de los más citados en la literatura que aborda la crisis.http://www.sistemadigital.es/News/ItemDetail.aspx?id=2678

lunes, 10 de enero de 2011

La UE en la encrucijada

http://www.elpais.com/articulo/internacional/UE/encrucijada/elpepuint/20110110elpepiint_9/Tes


TRIBUNA: FELIPE GONZÁLEZ

La UE en la encrucijada



A tres años largos del desencadenamiento de la crisis financiera global más grave desde la de 1929, y a un año de vigencia del Tratado de Lisboa, las turbulencias financieras continúan sin que el Consejo Europeo, la Comisión o el Banco Central logren atajarla. La especulación galopa por delante de las decisiones. Crecen las dificultades para los países, que parecen piezas de caza inermes ante los movimientos especulativos que perciben las medidas adoptadas como un aumento de sus garantías para seguir atacando.


En el último Consejo de diciembre se ha decidido modificar el Tratado, en una minireforma que garantiza la vigencia del fondo de 750.000 millones de euros más allá de 2013, incluso ampliable si fuera necesario. Al mismo tiempo se ha rechazado la propuesta de emitir bonos europeos hasta el 60% de la deuda, en tanto que el Banco Central interviene con timidez en la compra de bonos, a diferencia de la actitud decidida de la Reserva Federal de EE UU.

Es una muestra dramática de los problemas de gobernanza de la Unión Europea, atrapada en la contradicción de un avance decisivo en Unión Monetaria, con sus ingredientes de Pacto de Estabilidad, y una carencia insostenible de coordinación de las políticas económicas y fiscales. Así, en un mercado interior sin fronteras, con una moneda única, convivimos con políticas económicas y fiscales divergentes que ni están en condiciones de resistir esta crisis financiera, ni podrán hacerlo con las siguientes, que ya se están incubando.

Los ciudadanos de los distintos países se mueven en el desasosiego, cuando no en la frustración, con actitudes de rechazo a las reformas estructurales imprescindibles que se están proponiendo por los distintos Gobiernos, porque piensan que son la consecuencia de una crisis financiera de la que no se sienten responsables. No entienden que el coste de la crisis lo paguen los que no la provocaron, en tanto siguen campando a sus anchas los que nos llevaron a ella.

La situación es grave, porque las reformas estructurales son necesarias. Lo eran antes de la crisis, como se percibió con claridad cuando se acordó la agenda de Lisboa en el año 2000. Pero no se cumplió esa estrategia y la crisis financiera, impactando con más fuerza en la Unión Europea que en el resto del mundo, incluido Estados Unidos, puso de manifiesto esas carencias estructurales de las economías de la mayor parte de Europa. Pero no es menos cierto que las operaciones de rescate de las entidades financieras y las políticas anticíclicas, más las de protección social, aumentaron los desequilibrios que ahora "acusan" los mercados para justificar la especulación y exagerar los riesgos de los países llamados periféricos. Y tampoco lo es, que nada relevante se está haciendo para controlar ese sistema financiero global y a los agentes que siguen operando -y cobrando bonos sustanciosos- como si la crisis no fuera con ellos.

Así, la UE se encuentra en una encrucijada de enorme gravedad para su presente y para su futuro. En una situación de emergencia que dura ya tres años y ante la cual tiene que optar:

- O puede seguir como hasta ahora, capeando día a día el temporal que no cesa. Sumida en intereses nacionales contradictorios -a corto plazo-, impulsada por reacciones nacionalistas que alimentan el euroescepticismo. Seguiremos corriendo detrás de los especuladores, con declaraciones más o menos solemnes de que ningún país será abandonado a su suerte, con tímidas medidas de reforma de los tratados para salvar obstáculos particulares. Y con opiniones públicas encrespadas frente a las reformas estructurales que se perciben como impuestas desde "fuera" y como el precio a pagar a los "mercados".

- O puede deshacer el camino recorrido, cediendo ante las presiones de aquellos que desean que se retorne a una simple zona de libre cambio, sin mercado interior, sin unidad monetaria, en la que cada país se apañe con su propia moneda, devalúe cuando estime que eso le ayuda a salir del atasco, evitando tener que adoptar las reformas estructurales que le permitan competir en la economía global. Aunque sea a costa de perder relevancia, de acelerar su proceso de marginalidad en la nueva realidad mundial. Pagaríamos muy caro el precio de la NO EUROPA, en un retorno ciego a las pulsiones nacionales que algunos alimentan interesadamente. Cuando más necesitamos una Europa Unida y decidida a jugar un papel en la nueva realidad global, cederíamos a los demonios de la historia.

- O puede y, a mi juicio, debe avanzar decididamente en el camino de lo que convencionalmente podríamos llamar "federalización" de las políticas económicas y fiscales, e incrementar el espacio del mercado interior en energía y en todo el campo derivado de las tecnologías de la información. Federalización que se debería completar con la Política Exterior y de Seguridad Común, para la que el Tratado actual, si hay una decidida voluntad del Consejo, le da instrumentos suficientes.

La crisis financiera de 2008 ha sido el detonante que ha provocado los choques asimétricos de los sistemas económicos y fiscales divergentes que convivían bajo una moneda única y un mercado interior sin fronteras.

La decisión de poner en marcha el euro, con el Banco Central estatutariamente orientado al control de la inflación y con el exclusivo respaldo del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (límite máximo de 3% de déficit presupuestario y de 60% de deuda pública), se ha mostrado claramente insuficiente. En realidad, la concepción de una Unión Económica y Monetaria, prevista así en el arranque de los tratados, quedó coja al desarrollar solo la Unión Monetaria, sin ningún mecanismo de gobernanza económica y fiscal que pudiera evitar las divergencias económicas entre los distintos países del euro.

Ya en los primeros años del euro, países tan importantes en la UE como Alemania o Francia incumplieron los compromisos del Pacto de Estabilidad, aunque sus economías, con bajos niveles de crecimiento, no creaban problemas de divergencia a la zona euro. La paradoja era que los países que ajustaron sus cuentas públicas, con equilibrios presupuestarios o incluso superávits y deudas públicas muy por debajo del límite del 60% del PIB, empezaban a divergir en sus modelos económicos y/o fiscales (como ocurría en España o en Irlanda).

Las instituciones europeas encargadas de la vigilancia del Pacto de Estabilidad tuvieron que flexibilizar los criterios convenidos para no perjudicar a Alemania o Francia. Al mismo tiempo no tenían competencia alguna para corregir las divergencias de los países que perdían competitividad, con balanzas de pagos y comerciales muy desequilibradas, o reducían su fiscalidad básica afectando a la competencia en el seno de la zona euro.

En esta situación es más que evidente por la experiencia adquirida que la Unión Monetaria, sin Unión Económica y coordinación fiscal, seguirá generando una constante inestabilidad en el espacio público de la UE. El Pacto de Estabilidad y Crecimiento se ha reducido a la "estabilidad", despreciando la necesidad del crecimiento, y dentro de esa "estabilidad", el Banco Central, por sus Estatutos, solo tiene un criterio dominante: el control de la inflación.

Las urgencias de la crisis y su profundidad han obligado al Banco Central a realizar operaciones más allá de sus objetivos estatutarios, pero siempre con extremada precaución y, por eso, con una operatividad limitada. Podríamos decir que el Pacto de Estabilidad con las correcciones necesarias y el rigor de Banco Central Europeo son condiciones necesarias pero no suficientes para avanzar en la gobernanza de la Eurozona. Y, en mi opinión, de toda la Unión Europea por las exigencias de funcionamiento de un mercado interior sin fronteras.

Por ello, una federalización de la política económica debería completar el proceso de construcción europea. El Consejo debería asumir el liderazgo, incluyendo cambios en los Tratados, aunque haya que prever que algunos países de la Unión no quieran sumarse a este desarrollo sin que por esta razón puedan obstaculizar la voluntad de los que quieran seguirlo.

Se deberían desarrollar tres políticas:

- La regulación y control homogéneos de las instituciones financieras que operan en el espacio de la Unión, con las limitaciones que se estimen necesarias para frenar las operaciones especulativas más peligrosas, incluyendo las operaciones a futuro con mayores exigencias de afianzamiento. Es absurdo mantener reglas diferentes en este espacio común e integrado en el que operan con libertad estas instituciones. El riesgo de que esto no se haga es ya claro: estamos incubando la siguiente crisis financiera y menospreciando la grave situación de la economía productiva. Este nuevo marco regulatorio debería ser pactado a continuación con EE UU y propuesto en el foro del G-20 para que el sistema financiero que opera globalmente empiece a ser gobernable en este mismo nivel.

- Aún hoy es pronto para tener una mínima seguridad de despegue autónomo de la economía real, en Europa y en Estados Unidos. En Estados Unidos han decidido mantener las políticas anticíclicas. En la Unión Europea se imponen las políticas de ajuste. El riesgo de retroceder permanece vivo y aunque haya países que han agotado sus márgenes de maniobra, estando por ello obligados a un ajuste severo, otros no lo están y deben liderar políticas anticíclicas activas. Además, en la Unión Europea se pueden utilizar instrumentos como el Banco Europeo de Inversiones y el Fondo Europeo de Inversiones para alimentar estas políticas anticíclicas con el desarrollo de infraestructuras imprescindibles que generen empleo y eliminen cuellos de botella para aumentar la competitividad de la Unión. Esto vale para la energía, para las nuevas tecnologías, para las autopistas del mar, etc.

- Las políticas económicas y fiscales, federalizadas, deberían ser la base de la acción estratégica del Consejo Europeo. Los diferentes países estarían obligados a cumplir requerimientos de balanza de pagos y de fiscalidad mínima armonizada. Esto explicaría por sí mismo la necesidad de hacer políticas de reformas estructurales profundas, que se necesitan para recuperar una economía altamente competitiva, con dimensión social y sostenible desde el punto de vista medioambiental.

Para los ciudadanos de los países de la Unión, compartir soberanía en estos campos no es un problema inasumible. Lo que es rechazable es verse sometidos a reformas que parecen cuestionar derechos sociales adquiridos a lo largo de décadas, sin soluciones de futuro y como consecuencia inmediata de una crisis financiera que no han provocado y como imposición de unos mercados que parecen gobernar a sus gobiernos.

La UE necesita reformas profundas: por el envejecimiento de su población que afecta a sus sistemas de pensiones y de salud, pero también a su capacidad de competir; por el retraso relativo en el desarrollo de su capital humano y del I+D+I; por la rigidez y el corporativismo de su sistema de relaciones industriales; por su dependencia energética y su compromiso con el medioambiente. Pero esas reformas no serán posibles si no está claro que se pretende preservar su modelo de cohesión social y que existe la voluntad como Unión de gobernar los mercados financieros y hacer cumplir reglas de comportamiento que atiendan a la economía real.

En cuanto a la política exterior y de seguridad común, como antes he dicho, es un desafío para el que los Tratados dan margen si hay voluntad del Consejo para desarrollarlos.

La contradicción que vivimos es que mientras los ciudadanos creen en la eficacia de hablar con una sola voz en las distintas instancias y foros internacionales, en porcentajes que llegan casi al 80%, los responsables políticos argumentan al contrario: que sus opiniones públicas no estarían dispuestas a ceder estas parcelas de soberanía nacional.

Entretanto, la situación de los países de la Unión, incluidas las antiguas potencias, sufren de una pérdida progresiva de relevancia que no se ve compensada por el peso exterior que tendría una Política Exterior y de Seguridad Común. Es decir, que la Unión Europea, aunque pueda ser un gigante comercial y recuperara posiciones como potencia económico tecnológica, seguiría siendo un enano político frente a los nuevos poderes emergentes en el mundo de la globalización.

sábado, 1 de enero de 2011

FELIPISMO: 1982-1995. MÁS ALLÁ DE LA BURBUJA INMOBILIARIA.

FELIPISMO: 1982-1995. MÁS ALLÁ DE LA BURBUJA INMOBILIARIA.

Escrito el Domingo 26 diciembre 2010 a las 20:16, Leido Veces COMENTAR Comentarios | COMPARTE: Correo Facebook Meneame Twitter

http://www.inventati.org/ingobernabl...rme-petras.pdf
El informe Petras: una crónica del futuro

James Petras
(Boston, Estados Unidos, 17 de enero de 1937) es un sociólogo estadounidense conocido por sus estudios sobre elimperialismo, la lucha de clases y los conflictos latinoamericanos.

El ejecutivo de Felipe González, creyendo al sociólogo afín, le encargo un ambicioso informe en el natualmente se esperaba loase los logros alcanzados por la administración socialistas. Lejos de ello Petras presentó un informe absolutamente independiente en el que describía un cuadro desalentador, muy documentado y real en el que incluia serias advertencias acerca del equivocado modelo estructural elegido en el camino hacia la modernización e integración de España en estructuras internacionales.

El informe que, naturalmente, no obtuvo apenas repercusión pública, cobra más actualidad si cabe conforme las advertencias que en su día hizo Petras se van haciendo realidad e incluso precipitándose en estos tiempos de crisis económica.

Introducción

La modernización española entre 1982 y 1995 se basó en la estrategia de ahondar en la inserción de España en las estructuras internacionales mediante la reforma y liberalización de su economía. Las medidas clave llevadas a cabo por el ejecutivo socialistas incluían la liberalización de los mercados, privatización de empresas públicas y bancos, la libre convertibilidad y la flexibilización del mercado laboral.

El impacto de la modernización en la estructura política

El liderazgo concentrado en el poder político es, según la teoría democrática clásica, el más elitista y restrictivo, aunque es probablemente el más eficaz para llevar a cabo una modernización al estilo de la española. El liderazgo con reparto del poder es menos elitista, en la medida que incluye un conjunto amplio de fuerzas sociales, pero menos eficaz para aplicar estrategias de modernización. Un liderazgo consultivo, más inclusivo y democrático, es prácticamente incompatible con la estrategia de modernización llevada a cabo en el contexto español.

Cultura cívica vs cultura autoritaria

Una democracia viable depende de la libertad de los ciudadanos para ejercer o defender
sus derechos, sin la intimidación de aquellos que ejercen el Poder. La modernización española, a través de la liberalización de la economía, se ha consumado en gran parte vía
decreto ley, cosa que ha favorecido las estructuras estatistas-autoritarias, a expensas de la sociedad civil y la consulta pública.

En una cultura política autoritaria (se celebran elecciones o no), los líderes políticos fomentan la creencia de que los movimientos sociales que exigen no subordinarse a las demandas y prioridades de las élites: inversores extranjeros, prestamistas, UE, etc, 'amenazan la estabilidad democrática'. Promueve la creencia de que sólo la élite política puede decidir cuándo, dónde y cómo hay que proceder para poner en práctica el cambio.

La libertad política no se basa solo en el número de partidos sino en el grado de apertura del sistema a debatir y aplicar estrategias alternativas. El libre acceso a la información no se basa en la libertad para publicar o leer, sino en el acceso equitativo a los media para presentar diferentes ideas al público. La integridad política se vincula con el fomento y desarrollo de una ciudadanía activa y autónoma, organizada en sociedad civil.

En un Estado que se encamina a dominar las cadenas de comunicación y a concentrar el liderazgo en la élite política política, la 'ciudadanía' se reduce a votar por un menú político de élite, en vez de ser orientada activamente a formular los contenidos del menú. En este sentido, los votantes no son ciudadanos, en la medida en que en nigún modo son miembros de una comunidad política.

Se ha argumentado a menudo que la modernización es la condición sine qua non para la
consolidación de la democracia en España. Han surgido suficientes evidencias como para poner en tela de juicio este supuesto.

Modernización vs corrupción

La centralidad del mercado como el principal mecanismo para la modernización ha reforzado los lazos entre los negocios y el Estado. Ha fomentado los valores mercantiles dentro de la clase política. El resultado ha sido que la corrupción a gran escala ha impregnado el sistema político español.

Desempleo

El nuevo régimen regulador fortalece al capital sobre los trabajadores, al capital extranjero sobre el nacional y a los servicios (banca, especulación, bienes inmobiliarios y turismo) sobre el capital productivo (industria, agricultura, minería)

La inserción de España en la UE aumenta el desempleo porque la industria española no es competitiva. La especialización en el sector servicios incrementa las desigualdades entre capital financiero y los trabajadores mal pagados del sector servicos. El turismo aumenta junto con el empleo estacional mal pagado.

Parte de la estrategia de libre mercado del régimen socialista para reforzar el poder de las empresas consistió en una serie de leyes laborales aprobadas a mediados de los 80 que socavaron el empleo estable de los trabajadores. Se fue permitiendo cada vez más a los empresarios emplear a los trabajadores con contratos eventuales, que en la mayoría de los casos sólo eran de seis meses de duración y estaban sujetos a cancelación a discreción de los empresarios y sin indemnización por despido.

La brecha generacional

La mano de obra fija y mejor pagada corresponde a los trabajadores que entraron en el mercado laboral a finales de los 60 durante la estrategia de industrialización nacional del tardofranquismo.

La mano de obra eventual son los hijos de los anteriores que entraron en el mercado laboral a finales de los 80 en plena aplicación a gran escala, por parte del régimen socialista de una estrategia económica neoliberal. De persistir la tendencia actual, está claro que los trabajadores fijos, bien pagados y sindicados van a ser una clara minoría.

La estabilidad en el empleo proporcionaba una base para la continuidad y un grado
relativo de certidumbre a la hora de hacer proyectos para tu ciclo vital. Para la nueva generación, no existen prácticamente empleos estables; la mayoría son eventuales, sin porvenir y mal pagados.

La ironía es que los padres esperaban que, con más educación, los hijos conseguirían un más alto estatus. La gran paradoja del último cuarto del siglo XX es que una mayor inversión no pudo contrarrestar los efectos retrógrados del sistema económico neoliberal.

La llamada movilidad intergeneracional descendente no es un fenómeno únicamente español; pero ha sido España la que se ha encaminado más lejos y rápido hacia un sistema laboral de dos tercios. La irónica retórica 'europeísta' del felipismo, con el argumento de que la liberalización era la única vía para volverse europeos, encubría el hecho de que la distancia en parámetros de bienestar entre España y Europa en realidad no había hecho sino ensancharse durante su presidencia.

La 'generosidad' de los padres en posición aún privilegiada, limita el surgimiento de un 'movimiento juvenil' socialmente rebelde. Su covergencia con la despolitización de la generación joven es una razón por la que que, a pesar del sub y desempleo masivo, no existan movimientos sociales a gran escala.

Competitividad

De hecho, claramente, la estrategia de liberalización no está dirigida a aumentar el empleo; sino a facilitar la adquisición extranjera de industrial locales y a presionar a la baja los salarios para facilitar la acumulación de capital

Educación

Los trabajadores cualificados y educados hoy hacen frente a índices de desempleo que sobrepasan un cuarto de la mano de obra. La escolarización puede parecer cada vez más fuera de lugar para unos jóvenes trabajadores con pocas perspectivas de empleo.

La formación técnica y profesional parece fuera de lugar para una economía cada vez más basada en el turismo, la administración pública y las plantas de montaje.

¿Dónde están los progresistas?

Es llamativa la indiferencia de los progresistas frente al destino de millones de ciudadanos mal pagados y subempleados sin futuro.¿Dónde están?

Están activos; pero concentran su actividad en asuntos que afectan a minorias que representan a lo sumo un 2% de la población: minorías étnicas, drogodependientes, prostitutas, gays y lesbianas, racismo, acoso sexual...¿Por qué eluden un compromiso con la realidad nacional y social?

En primer lugar, porque no es peligroso luchar por los derechos legales de las pequeñas minorías. Eso no comporta ninguna confrontación con el Estado y menos aún con el capital. Al contrario, comprometerse en la lucha por los sub y desempleados implica confrontaciones muy duras y sostenidas con el Estado, el capital y los medios de masas del país a su servicio.

En segundo lugar, las luchas progresistas por las minorías cuentan con el aliento y vivo apoyo financiero del poder político. Una red de ONG y similares brindan a los progresistas oportunidades económicas, segundos salarios en calidad de investigadores, educadores, asistentes sociales o abogados. Pueden así combinar una "buena conciencia" y la remuneración económica con una palmadita en el hombro de las autoridades.

Mientras tanto, la lucha de millones de sub y desempleados, si estuviera adecuadamente
organizada, podría afectar a las políticas globales de esas mismas benevolentes autoridades. Podría socavar sus esfuerzos por subvencionar a los promotores inmobiliarios urbanos y a los constructores que habitualmente financian campañas electorales.

Por esta razón, los esfuerzos para organizar políticamente a los sub y desempleados por empleos bien pagados contra los políticos neoliberales no reciben ningún apoyo financiero.

Conclusión

La supuesta 'modernización' de la economía española bajo los auspicios del régimen socialista de Felipe González ha tenido un efecto profundamente negativo sobre la vida socio-económica, política y cultural de la clase trabajadora y, en particular, sobre la familia y los trabajadores jóvenes.

La liberalización de la economía ha llevado a mayores injusticias sociales y a menos
actividades políticas, en realidad a una disminución de la democracia política.

La contradicción entre haberse criado entre algodones y un futuro incierto genera un miedo y frustración social en los jóvenes trabajadores que, si no se encauza a través de la política de clase, puede degenerar en violencia individualizada. Lo que muestra claramente nuestro estudio es que la mayoría de los trabajadores de ambas
generaciones se sienten víctimas pasivas más que protagonistas de los cambios a los que se enfrentan.

En España, la cultura cívica emergente de finales de los 70 y principios de los 80 ha sido
transformada en una cultura política autoritaria donde una reducida clase política ha marginado al grueso de la clase trabajadora de lo público y de la consulta politica.

El resultado es una generación mayor de trabajadores frustrada y ansiosa, y una generación joven marginada y apolítica. El "libre mercado", como el mecanismo elegido para lo que se suponía iba a ser la modernización de España, ha debilitado los lazos entre la clase trabajadora y la clase política, y ha fortalecido las estructuras estatistas-autoritarias a expensas de la sociedad civil y de la consulta pública.