sábado, 29 de noviembre de 2008

La falacia de la neutralidad del dinero

28/11/2008 - Manuel Llamas

La falacia de la neutralidad del dinero

Los monetaristas han fracasado una vez más. La mayoría de los economistas de hoy en día, incluidos aquellos que se autodenominan falazmente liberales, desconocen el origen de la actual crisis económica y, por lo tanto, aún más su posible solución. El error radica en una teoría equivocada acerca de la auténtica relación existente entre el capital y la economía real.

El dinero no es neutral y, como consecuencia, su manipulación arbitraria por parte de los reguladores estatales (banca central) acaba mostrando sus terribles efectos tarde o temprano, tal y como acontece en la actualidad. Lo paradójico es que dicho problema ya fue diseccionado en profundidad a la luz del análisis teórico desarrollado por el principal valedor de la Escuela Austríaca de Economía, Ludwig von Mises. Sin embargo, pese al certero diagnóstico aplicado en este ámbito, la política monetaria vigente sigue bebiendo de los criterios dictados por la Escuela de Chicago, persistiendo en los mismos errores de base cometidos en el pasado.

De ahí precisamente la importancia de revivir las enseñanzas derivadas del debate teórico mantenido a lo largo de las últimas décadas por ambas corrientes acerca de la denominada "hipótesis de la neutralidad del dinero". Lo importante aquí es que un cambio en la comprensión de este fenómeno, es decir, que el dinero no es neutral a largo plazo, modificaría de forma sustancial los cimientos sobre los que se sustenta la política monetaria vigente a nivel mundial.

Los monetaristas construyen toda su teoría sobre hipotéticos modelos de equilibrio que nunca acontecen en la vida real. Su concepción cuantitativa del dinero afirma que un incremento de la oferta monetaria tan sólo se materializa en un incremento de los precios, de tal forma que sus posibles efectos adversos sobre la producción, el consumo o el empleo (variables de la economía real) siempre quedarán neutralizados a largo plazo.

Así, por ejemplo, David Hume asegura que no importa la cantidad de dinero en circulación que exista en un determinado país. Ya sea, mayor o menor, bastará para facilitar su función esencial, el intercambio de bienes. Así, si durante la noche se duplicara la cantidad de dinero que posee cada individuo, al día siguiente no habría ni más prestamistas ni variación alguna en el interés a aplicar. Es decir, a largo plazo, tal variación no modificaría en absoluto ni la actividad productiva ni la velocidad de la circulación monetaria. Según Hume, tan sólo se doblaría el nivel general de precios.

Es decir, la expansión monetaria traería como resultado una particular transición de un estado de equilibrio inicial (punto de partida) a otro estado de equilibrio a largo plazo, en donde el único efecto permanente sería un aumento correlativo de los precios.

Irving Fisher, por su parte, reconoce que puede provocar un incremento transitorio de los márgenes de ganancia de determinados productores, ya que ese dinero creado ex novo impulsa la demanda de determinados bienes y, como consecuencia, estimula una mayor oferta de esos productos. Sin embargo, la flexibilidad del mercado logra corregir a corto plazo los beneficios inflados, dando fin a la fase del boom.

De este modo, Fisher concluía que la causa de los ciclos debíamos buscarla en el aumento de la oferta monetaria no anticipada por los agentes económicos. Por ello, su diagnóstico consistía en aplicar una política monetaria que tuviera como principal objetivo mantener una inflación estable. Justifica, pues, la existencia de la banca central (planificación monetaria) y el seguimiento de un indicador que, en realidad, es muy incompleto (el índice de precios de consumo o cesta básica de la compra), para controlar los efectos de la expansión monetaria.

Por su parte, Milton Friedman, autor de referencia para los pseudoliberales del pasado siglo, llega a una conclusión similar. Los cambios monetarios afectan a la producción, pero a corto plazo (entre 5 y 10 años), mientras que dicha expansión fiduciaria se traduce en un aumento de precios a largo (décadas). De hecho, admite que las variaciones amplias en la cantidad de dinero disponible son desestabilizadoras y deben evitarse. Sin embargo, aboga por establecer una política monetaria automática: que la cantidad de dinero crezca a una tasa estable anual para impulsar el crecimiento económico. Es decir, nuevamente, intervención monetaria a través de los bancos centrales.

Todo este edificio teórico se ha derrumbado, y lo triste es que los monetaristas parecen no darse cuenta. Y eso que la solución fue explicada por Mises hace décadas en su obra Teoría del dinero y del crédito (1912). El dinero nunca puede ser neutral por definición y naturaleza. Existe y, por lo tanto, está sometido a la valoración subjetiva de los individuos. Es decir, no es algo objetivo y cuantificable.

Así, la variación en el volumen de dinero, por fuerza, distorsiona el precio relativo de los bienes. Y ello por la simple razón de que el precio de los productos nunca aumenta de forma homogénea y agregada, sino todo lo contrario. El dinero ex novo lo recibe en primer lugar un número limitado de agentes, que demandan ciertos bienes y que, por extensión, modifican la estructura de precios relativos.

Los precios nunca cambian por igual, al mismo tiempo y en la misma dirección, tal y como expone el análisis microeconómico e individualista de la economía frente a la teoría cuantitativa o agregada de la Escuela de Chicago. Y es que, los precios relativos determinan el volumen y la dirección de la producción, por lo que cualquier cambio en la cantidad de dinero acaba afectando de una u otra forma a la estructura productiva.

Esta cuestión se clarifica aún más al concluir que, aunque todo el mundo se levantara un día con x unidades más de dinero, cada individuo valorará de forma diferente (subjetiva) cada unidad adicional del mismo. De ahí que resulte falso que una duplicación del dinero en circulación reduzca a la mitad el poder adquisitivo del mismo. "Todo aumento de la oferta monetaria provocará efectos sobre la demanda y, por lo tanto, un aumento desigual en los precios de los bienes. No todas las mercancías serán demandadas en igual cantidad, ni las más intensamente demandadas serán afectadas en el mismo grado".

La manipulación arbitraria de tipos efectuada por los bancos centrales es la principal responsable de los auges y depresiones de la actividad económica. ¿Por qué? El proceso de producción tiene lugar en un marco de tiempo, en donde los empresarios efectúan sus inversiones guiados por dos elementos clave (precios y tipo de interés) para asignar los recursos de la forma más eficiente posible en las distintas etapas del proceso.

La inyección fiduciaria o la expansión del crédito, por fuerza, distorsiona ambas señales, y conduce a los agentes económicos a efectuar malas inversiones. Y es que sin tal intervención pública sobre los tipos de interés algunos procesos nunca se habrían emprendido. Es decir, tan sólo resultan rentables con tipos de interés artificialmente bajos. Además, alargan artificialmente la estructura productiva, y los agentes tienden a sobreinvertir en la producción de bienes de capital en detrimento de bienes de consumo.

El problema es que, tarde o temprano, esta situación se hace insostenible cuando aparece el "riesgo inflacionario". Es entonces cuando la autoridad política no puede mantener por más tiempo el interés bajo, saltando a la luz el volumen de malas inversiones efectuadas. Como resultado, los efectos de la fase expansiva se invierten y surge la recesión, el desempleo, la deflación, la restricción del crédito y la caída del consumo, entre otros. La crisis es inevitable. Tan sólo cabe prevenirla impidiendo el aumento de la oferta de dinero.

Mises demuestra que el dinero no es neutral ni a corto, ni a medio ni a largo plazo. El aumento de la oferta monetaria distorsiona por fuerza los precios relativos de los bienes y modifica la estructura productiva. ¿La solución? Abolir el sistema de banca central, abogar por la banca libre sujeta al patrón oro y aplicar un coeficiente de caja del 100%.

Como observarán, ninguna de estas medidas está encima de la mesa de los líderes gubernamentales, al menos, por el momento. Más bien, todo lo contrario. Asistimos a un nuevo auge del fracasado keynesianismo económico, lo que demuestra que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra (crack del 29). Y tres (crisis del petróleo de los 70) y cuatro (crisis de los 90 en EEUU) y cinco (la burbuja de las punto com) y seis (recesión tras los atentados del 11 de Septiembre)... ¿Y siete?

http://www.juandemariana.org/comentario/2971/falacia/neutralidad/dinero/

viernes, 21 de noviembre de 2008

El autismo del mercado


En los cuatro últimos años ha cogido mucha fuerza el movimiento “post-autista” en economía

El autismo del mercado

Paseando por el nuevo campus de la Universidad Complutense en Madrid, en mayo de 1999, me sorprendió ver un eslogan pintado en la pared: ‘¡La economía trata de la gente, no de curvas!

Lunes 17 de noviembre de 2008, por Diego Guerrero

Primero fue un grupo de estudiantes franceses de doctorado (de l’École Normale Supérieure) el que protestó por la falta de pluralismo y el exceso de formalización en la enseñanza y en la investigación de la economía. Luego salió un segundo manifiesto, procedente de la no menos prestigiosa Universidad de Cambridge (en el Reino Unido), que se unió a la protesta sobre bases y argumentos muy similares. Y finalmente han surgido manifiestos e iniciativas en todo el mundo, que han culminado en un “movimiento post-autista” en Economía, que se sostiene en la página web de la pae (post autistic economics) y su correspondiente revista electrónica

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El autismo
Sufrido por los jóvenes economistas liberales más fanáticos, reflejo del sistema económico que defienden

En los dos últimos años ha cogido mucha fuerza el movimiento «post-autista» en economía. Primero fue un grupo de estudiantes franceses de doctorado (de l’École Normale Supérieure) el que protestó por la falta de pluralismo y el exceso de formalización en la enseñanza y en la investigación de la economía. Luego salió un segundo manifiesto, procedente de la no menos prestigiosa Universidad de Cambridge (en el Reino Unido), que se unió a la protesta sobre bases y argumentos muy similares. Y finalmente han surgido manifiestos e iniciativas en todo el mundo, que han culminado en un «movimiento post-autista» en Economía, que se sostiene en la página web de la pae (post autistic economics) y su correspondiente revista electrónica.

Aunque se pueden encontrar otros precedentes a este movimiento –no en vano el problema viene realmente de lejos—, es grato encontrarse con la sorpresa de que, en el último número de la prestigiosa revista neoyorquina Science and Society, el editorialista comente lo siguiente:

«Paseando por el nuevo campus de la Universidad Complutense en Madrid, en mayo de 1999, me sorprendió ver un eslogan pintado en la pared: ‘¡La economía trata de la gente, no de curvas!’. Nadie que no haya estudiado Economía puede captar plenamente ese sentimiento estudiantil de tormento por culpa de las “curvas”, esas relaciones entre variables que se representan mediante diagramas (por ejemplo, la intersección de las curvas de oferta y demanda). El eslogan criticaba la teoría abstracta y cuantitativa de la Economía –y por extensión de las ciencias sociales en general— y abogaba por el estudio de la realidad concreta, histórica y social. No tenía ni idea entonces de que ese eslogan ‘gente versus curvas’ iba a resultar profético. En junio de 2000, un grupo de estudiantes franceses publicó un escrito en la ‘web’, quejándose del estado actual de la Economía: su uso indiscriminado de las matemáticas; el ‘dominio represivo’ de la teoría neoclásica y la exclusión de enfoques alternativos y críticos. Los estudiantes llamaban a los profesionales de la Economía a comprometerse con lo empírico y lo concreto; a evitar el ‘cientifismo’ y abrazar ‘un pluralismo de enfoques adaptado a la complejidad de los objetos económicos y a la incertidumbre que rodea a la mayoría de la grandes cuestiones económicas’; así como a realizar reformas ‘para rescatar a la Economía de su estado autista y socialmente irresponsable’. El manifiesto puso en marcha el Movimiento por una Economía Post-autista, que se ha propagado como el fuego entre los estudiantes de Francia y España, y cuenta con un número creciente de adeptos también en otros países. El 21 de junio, Le Monde hizo un reportaje sobre el tema y se interesó por la opinión al respecto de importantes economistas de todo el mundo. En diciembre del 2000, se realizó un Congreso para reunir propuestas más detalladas. Desde entonces, el movimiento ha seguido creciendo y desarrollándose (http://www.paecon.net/)».

En las Jornadas de Economía Crítica de Valladolid del 28 de febrero al 1 y 2 de marzo de 2002 (las octavas que se celebran en España desde 1987), se discutió un manifiesto que propuso que nos sumásemos en nuestro país a este movimiento. Por tanto, pareció ésta una buena oportunidad de volver a discutir sobre el autismo en la Economía académica y universitaria, empezando quizás por el análisis del fenómeno que le sirve de base real, que es el autismo económico que practica el mercado en la realidad (no sólo en la teoría).

En mi opinión, sobre la cuestión del papel del mercado en la economía y en la sociedad hay tres grandes corrientes cuyo impulso fundamental podemos caracterizar como sigue. En primer lugar, están los «fundamentalistas del mercado», aquéllos a quienes siempre parece insuficiente la cantidad de mercado realmente existente, y que, como los defensores de cualquier otra panacea, hacen bien en ser coherentes con su diagnóstico y reclamar la receta apropiada que se sigue del mismo. Por tanto, sus partidarios quieren universalizar y globalizar aun más la economía de mercado –«el problema es que no hay suficientes mercados», nos dicen—, y recortar o eliminar todas las instituciones y reglas que se oponen por doquier a su dominio absoluto. Estos economistas están dispuestos, no sólo a privatizar el sistema nacional de ferrocarriles (véase la excelente película de Ken Loach, «La cuadrilla», para una ilustración de sus efectos en el caso británico), sino a privatizar incluso las cárceles y, si hiciera falta, siguiendo los postulados del maestro de Margaret Thatcher, Friedrich von Hayek, a privatizar totalmente el dinero en circulación.

Un segundo grupo de economistas, crítico del primero, se presenta como la alternativa a éste y se preocupa, por tanto, sobre todo, por aparecer como lo contrario del fundamentalismo. Entre los que insisten en los numerosos «fallos del mercado» hay todo tipo de sensibilidades teóricas y prácticas, desde las que se basan en un sentido del realismo más acorde con el sentido común hasta las que, más cultas, apoyan sus argumentos en sólidas tradiciones de pensamiento que, si no arrancan con celebridades del siglo XIX, como Karl Marx o Thorstein Veblen, lo hacen con famosos autores del siglo XX o incluso del XXI, desde Karl Polanyi y Maynard Keynes hasta Amartya Sen o Albert Hirschman. Como decía recientemente José Luis Sampedro, el decano de los economistas españoles, para ellos (los críticos) no se trata de eliminar el mercado, sino de conseguir que la economía de mercado no se convierta en una «sociedad de mercado», en una especie de «régimen» todavía más totalitario y asfixiante que el que denunciaron en su momento Diego López Garrido y Nicolás Sartorius (ambos socialdemócratas y ex-comunistas).

Desde esta perspectiva, se entiende bien lo que el movimiento post-autista, integrado sobre todo por economistas pertenecientes a este segundo grupo, concibe como el autismo de los economistas mayoritarios. Es verdad que la definición que del autismo ofrecen los diccionarios plantea algunos problemas de aplicación en este caso. Por ejemplo, el excelente Diccionario de Seco nos describe el autismo como un «trastorno psicológico caracterizado por el ensimismamiento y la falta de interés por el mundo exterior, generalmente acompañado de aislamiento y dificultad de comunicación». Cierto es que los economistas ortodoxos y los fundamentalistas del mercado se encierran en sus modelos bellamente construidos y se olvidan del desapacible mundo exterior. Pero no es verdad que en esa actitud se vean limitados por dificultad de comunicación alguna, sino más bien todo lo contrario. De hecho, de lo que nos quejamos los economistas críticos, en España y en el mundo, es de que estos fundamentalistas de mercado se comunican tanto, con tanta facilidad y con tales medios, que, como efecto colateral inevitable, nos tienen a los demás en un tris de que callemos para siempre jamás.

Pero más difícil lo tenemos aun quienes simpatizamos con el reducido grupo de economistas que compone el tercer grupo en liza. En este caso, no se trata simplemente de denunciar los «fallos de mercado» porque, pensándolo bien, ¿qué partidario del mercado, desde Adam Smith a Milton Friedman, no ha sido al mismo tiempo crítico de algunos de sus fallos más sonados, como ése al que tanta manía le tienen y que se llama «monopolio»? ¿Qué economista, incluidos Carlos Rodríguez Braun o Pedro Schwartz en nuestro suelo patrio, se atrevería a negar la existencia de externalidades o de bienes públicos puros?

Sin embargo, lo que el reducido tercer sector de economistas planteamos es que, a lo peor, es el propio mercado el que encierra el fallo. No se trata de que el Estado y otras instituciones deban complementar o completar el papel del mercado porque hay funciones que aquéllos pueden y deben cumplir mejor que éste. De lo que se trata es que es muy posible que la culpa de los males económicos reales que padece la sociedad de mercado sea del propio mercado. Si el mercado funciona desequilibradamente y crea desigualdad, y si el Estado, tras dos siglos y medios de esfuerzos aparentemente bienintencionados, no es capaz de invertir esa tendencia a la desigualdad, que se presenta hoy con más fuerza que nunca, a lo peor resulta que el sistema no funciona correctamente (sólo hay que leer los periódicos con atención para darse cuenta).

Y es que los economistas de esta tercera clase (los que no viajamos en coche cama ni siquiera en litera) tenemos una pregunta que hacer a nuestros colegas, tras un comentario previo para tantear si podemos ponernos de acuerdo.

Comentario (triple). Los que viajáis en primera nos habláis de la «economía del bienestar» que genera y difunde el mercado entre toda la sociedad. Los que viajáis en segunda respondéis que qué sería del mercado y de la sociedad si no fuera por la benéfica actuación contrarrestante del «Estado del bienestar». Sin embargo, los que nos agolpamos en los vagones de tercera no observamos el bienestar sino en la televisión que nos retransmite lo que sucede en los coches delanteros del tren.

Pregunta. ¿Tan seguro está todo el mundo de que es absolutamente imposible que la sociedad se decida a sustituir estos anticuados trenes por otros en los que todos los viajeros disfruten y sufran de las mismas condiciones materiales?


http://www.elrevolucionario.org/rev.php?articulo1078


domingo, 19 de octubre de 2008

Como los bancos centrales desestabilizaron la economía

Como los bancos centrales desestabilizaron la economía

El origen de la crisis a la que se está enfrentando América no es político ni tampoco es culpa de un individuo o partido. El mundo entero, incluyendo Europa, está experimentando una masiva debacle monetaria. Además, no es por primera vez que el mundo esté siendo golpeado por una crisis financiera. Sucedió en 1824 y otra vez más después de la Primera Guerra Mundial. Lo que es deprimente es que a pesar de que las causas de aquellas crisis fueron más de una, los actuales banqueros centrales y legiones de economistas se encuentran totalmente perdidos, considerando como causa aquellos datos que realmente no son nada más que síntomas del profundo desorden monetario.

Los desordenes monetarios siempre son producto de políticas inflacionistas

La actividad de los bancos centrales se basa en dos falacias económicas. La primera es estabilizar los precios. Según esta falacia mientras los precios se mantengan estables, la economía no puede caer en recesión. El padre de esta falacia fue Irving Fisher. Y le costó 10 millones de dólares. Aquellos que argumentan que la oferta monetaria debe ser manipulada con el propósito de prevenir los movimientos de los precios tanto al alza como a la baja, consideran que aunque los precios de cada producto están determinados por la oferta y la demanda, el nivel general de precios oscila en función de la oferta monetaria.

Este punto de vista no es capaz de pasar ni el más elemental examen. El dinero siempre entra en la economía en ciertos puntos a partir de los cuales el gasto ya no produce el mismo efecto. Incluso si se recurre al método del “helicóptero” cuando todos simultáneamente reciben la misma cantidad de dinero, la teoría no funcionaría porque las preferencias de la gente no son idénticas ni tampoco prefijadas. No todos los economistas estuvieron de acuerdo a la vez con Fisher como lo dice el siguiente párrafo:

… las actuales dificultades son fruto del mayor experimento del mundo con “la moneda controlable” dentro del patrón oro, e, incidentalmente, proveerá con un material muy interesante a aquellos que abogan por la moneda controlable que carece de la naturaleza de ahorro del patrón oro lo cual puede causar errores de juicio (C. A. Phillips, T. F. McManus y R. W. Nelson, Banking and the Business Cycle, Macmillan and Company 1937, p. 56).

Si Fisher y sus discípulos hubieran tenido razón, no habría perdido su fortuna y gran parte de su reputación como economista. Durante los años 20, la Fed prácticamente dobló la oferta monetaria. ¿Entonces por qué no subieron los precios? Sí, lo hicieron. Las materias primas subieron en vertical al igual que lo hicieron los bienes de capital. Dado que el sistema estaba enfocado en precios al consumo, los precios de bienes de capital e inmobiliarios fueron ignorados. La importancia de esta observación es que la teoría de que los precios se estabilizan finalmente no funciona. Es que no pueden estabilizarse.

Los cambios en el flujo monetario siempre afectarán la estructura de los precios y, por tanto, el patrón de la producción (Richard Cantillon, Essay on the Nature of Commerce in General, Transaction Publishers, 2001, escrito sobre 1734 y publicado por primera vez en 1752). Estos flujos monetarios son traídos a la vida por los bancos centrales forzando los tipos de interés por debajo de su nivel de mercado. Consecuentemente las empresas se embarcan en proyectos que requieren cada vez más tiempo dado que solo así pueden ser económicamente viables debido a que los capitales necesarios para completarlos no están disponibles. Lo que hacen en realidad los bancos centrales es sustituir el crédito por el capital. A mediados de los años 20 se observó que

… prevalecía la tendencia de sustituir el crédito bancario por el real capital (bienes de capital). Los sucesos de los años 1924-29… confirmaron de sobra esta afirmación. (Benjamin M. Anderson, Economics and the Public Welfare: A Financial and Economic History of the United States 1914-1946, LibertyPress, 1979, p. 99).

La segunda falacia económica es que las recesiones son provocadas por la “demanda deficiente”. Y probablemente sea la falacia más peligrosa de todas. El hecho de que fuera adoptada masivamente por los economistas y por tanto por los bancos centrales se lo debemos agradecer al Lord Keynes. Esto invita a hacer una simple pregunta: ¿Por qué cada vez hacen falta más y más inyecciones monetarias para prevenir una recesión?

Los economistas clásicos tuvieron la respuesta y es: desproporcionalidad. Se dieron cuenta de dos cosas: la primera es que la “repulsión” como lo llamaron empieza en el sector industrial. Y la segunda es que los desordenes siempre ocurren en grupo. Ricardo llegó a la conclusión que el problema fue causado por el sistema bancario creando el crédito en exceso. (El exceso se definía como el exceso de los depósitos bancarios sobre sus reservas de oro). Es precisamente el exceso de crédito lo que provoca burbujas en las bolsas. Fritz Machlup explicó que un boom de las bolsas requiere un continuo flujo del crédito bancario. Y esto solo puede ocurrir cuando los bancos centrales relajan sus políticas monetarias. Por tanto

… un continuo incremento de los precios de las acciones no puede ser debido a la mejora de las condiciones de producción o un aumento de ahorro voluntario, sino únicamente a la oferta crediticia inflacionista (Fritz Machlup The Stock Market, Credit and Capital Formation, William Hodge and Company Limited, 1940, p. 290).

Los economistas de hoy en día no se dan cuenta de lo que fue obvio para los economistas de hace tiempo: Finalmente “los productos siempre son comprados con otros productos” (Jean-Baptiste Say A Treatise on Political Economy, 1836 reeditado por Transaction Publishers, 2001, p. 166. También Capítulo XV). Say y los clásicos comprendieron plenamente que la producción debe respetar las proporciones, es decir el equilibrio debe prevalecer. La respuesta de Say a la sobreproducción es la siguiente:

… la sobreoferta de un producto en particular se debe a que se sobrepasó la demanda por dos razones; o porque se había producido demasiado o porque hay déficit de otro producto (Idem, p. 135).

David Ricardo compartía este punto de vista:

La producción siempre se potencia por otro tipo de producción, o de servicios; el dinero tan solo es el medio que facilita el intercambio. Se pude llegar a la sobreoferta de un producto en particular que no será posible amortizar los capitales empleados en su producción; pero esto no será el caso para todos los productos; la demanda de maíz se limita a las temporadas que se consume el maíz, la demanda para zapatos y ropa se limita a las personas que los gastan; pero aunque toda la comunidad, o parte de la comunidad, tengan todo el maíz que puedan comer o todos los zapatos y gorras que son capaces de consumir, no podríamos hablar de que ya no existe más demanda para todos los productos y servicios (On The Principles of Political Economy and Taxation, Penguin Bookes, 1971, p. 292).

En cuanto a las burbujas y sus pinchazos y los períodos de la llamada sobreproducción, Ricardo escribió a un amigo suyo que

El Sr. Malthus parece que no recuerda que ahorrar es equivalente a consumir, viendo que habla exclusivamente del gasto (The Works and Correspondence of David Ricardo Vol. II, liberty fund Indianapolis 2004, Editado por primera vez por Cambridge University Press in 1951 p. 449).

Sobre 1829 John Stuart Mill escribió una devastadora crítica de la idea que la demanda agregada puede ser deficiente. Adheriéndose a la ley de Say, ha enfatizado que mientras la necesidad permanezca insatisfecha y los medios para satisfacerla, escasos, es absurdo hablar de sobreproducción. La clave de su argumentación era que la demanda se potencia por la producción y no por el consumo. Como dijo elocuentemente:

El argumento contra la posibilidad de la sobreoferta general es bastante concluyente, conforme recurre a la doctrina que un país puede acumular el capital muy de prisa; que la producción, incrementando más de prisa que la demanda, puede causar quiebra de los productores. Es cierto si todas las necesidades de todos los habitantes de un país quedan plenamente satisfechas, ningún capital puede encontrar una aplicación viable; pero, en este caso, no será acumulado ninguno. Mientras queden algunas personas no propietarias (de productos), siempre habrá aplicación para capitales; y si los productos que estas personas requieren no son fabricados y puestos a su disposición, será solamente porque el capital, dispuesto a ser aplicable para este propósito, no existe, o no existen productores que fabriquen los productos para su propio consumo. Nada puede ser más quimérico que el miedo de que la acumulación de capital debe provocar pobreza y no riqueza y que la acumulación de capital puede acabar con el propio capital (Essays on Economics and Society, University of Toronto Press 1967, p. 278).

William Stanley Jevons, uno de los economistas neo-clásicos asimismo explicó porque la sobreoferta (deficiencia de la demanda) es imposible. Según su opinión

Los antiguos articulistas sobre la economía siempre tenían miedo de la supuesta sobreoferta, fruto del hecho de que la producción sobrepase la demanda de los consumidores, con lo cual la industria puede colapsar y aumentar el desempleo y todos, salvo los ricos, sufrirán déficit de productos. La doctrina es evidentemente absurda y contradictoria. La sobreproducción no es posible en todas las ramas de la industria a la vez, pero es posible en algunas en comparación con las otras (The Theory of Political Economy, Kelley & Millman, Inc. 1957, p. 203, publicado por primera vez en 1871).

Para Jevons y sus contemporáneos el genuino poder adquisitivo toma sus raíces en la producción. Es fácil comprender entonces que conforme los individuos aumenten su poder adquisitivo, aumentando su aportación a la economía, la producción total aumenta lo cual aumenta, a su vez, la demanda global. Este proceso de intercambio tenderá a adecuar el valor de la aportación de cada trabajador con el de su sueldo. Ahora podemos decir que el poder adquisitivo es otro medio de intercambio, que, a su vez, es la habilidad de las empresas de crear productos para su intercambio.

Y todo esto que puede ser obvio en una economía de trueque deja de ser tan obvio con la aparición del dinero. Si los principios fundamentales que desarrollaron estos economistas fueran resucitados, estas crisis no tendrían lugar.

Gerard Jackson
BrookesNews.Com

martes, 7 de octubre de 2008

Por qué el de Paulson es un mal plan MICHELE BOLDRIN

Por qué el de Paulson es un mal plan

En el mercado estadounidense se han vendido como buenas deudas que no lo eran. Y todo el mundo ha jugado por encima de sus posibilidades. El plan recién aprobado no es la solución a éstos y otros problemas


Todos saben que los bancos de Estados Unidos se encuentran en una crisis seria, y que, tras una negativa inicial, el Congreso de ese país ha terminado por aprobar un enorme plan de salvamento (bailout) para las entidades que hicieron malas inversiones, e incluso trampas. Como los lectores están bien informados sobre el contenido de las medidas adoptadas, pasaré sin más a criticarlas.


Empezaré con una noticia que, probablemente, sea menos conocida en Europa: la gran mayoría de los economistas académicos de Estados Unidos consideran el plan Paulson una mala idea. Con la obvia excepción de los que trabajan para los bancos beneficiados por este plan y, por supuesto, los que han trabajado o trabajan para la Administración Bush. Los demás, demócratas, republicanos o ultraliberales, consideran el bailout,lo que la Reserva Federal y el Gobierno de Estados Unidos han puesto en marcha, un absoluto disparate.

Hace un par de años, el mercado americano delladrillo entró en una crisis muy fuerte. Al contrario del caso español, la subida de los precios en Estados Unido no fue debida a la llegada de un gran número de inmigrantes, ni a un extraordinario crecimiento económico. La explosión del mercado inmobiliario americano fue casi toda de tipo especulativo, debida a las políticas monetarias extremadamente laxas que la Fed (Reserva Federal) adoptó después del 11-S. Lo que ocurrió en Estados Unidos fue una verdadera burbuja financiera, alimentada por las políticas de dinero fácil del Banco Central y enfocada en préstamos-basura a personas que, en su mayor parte, adquirieron casas que nunca habrían podido permitirse en circunstancias normales. Por tanto, cualquier paralelismo entre el caso español y el de Estados Unidos es arriesgado ya que las diferencias son muchas, y mucho más profundas que las semejanzas.

Ahora, por paradójico que pueda parecer, lo interesante no es el caso del ladrillo que se desploma o de las hipotecas que no se pagan. Baste considerar que hasta las peores estimaciones disponibles dicen que, de momento, el valor total de los impagos no llega a generar pérdidas netas superiores a los 300.000 millones de dólares. Y dado que, en años normales o incluso excelentes, el mismo valor llega a ser de 150.000 millones, no es razonable pensar que esta enorme crisis sea debida "solamente" a 150.000 millones más en impagos hipotecarios. De hecho, cualquier persona informada sabe que los valores de las pérdidas declaradas por los bancos estadounidenses (y no sólo estadounidenses) son mucho más grandes que las pérdidas hipotecarias reportadas hasta ahora.

Por ejemplo, si se suman solamente las pérdidas de capital de las cuatro grandes entidades hundidas (Bears Stern, Lehman, Washington Mutual y Wachovia) el total es ¡260.000 millones! Está claro que estos cuatro no podían tener en su cartera todas las hipotecas tóxicas de la economía de Estados Unidos -si fuera así tendríamos buenas noticias, ya que con su muerte quedaría resuelto el asunto-.

¿Cómo explicarse entonces lo que ocurre con Fortis, UBS y los demás? Debe de haber algo más, ¿pero qué? Muy sencillo: gracias a una combinación francamente extraordinaria de (I) mala política monetaria, (II) pobre regulación (y por consiguiente rica en corrupción) en los mercados de las hipotecas, los seguros y los bancos de inversión, (III) incentivos distorsionados y (IV) ausencia del supervisor/regulador, se ha construido sobre los cimientos de las hipotecas inmobiliarias un castillo de papeles (derivados) de proporciones enormes (los estadounidenses siempre quieren hacer todo a lo grande, incluso las tonterías) y, ahora, se está derribando todo.

Por ejemplo, el valor total de todas las hipotecas de Estados Unidos es de 11 billones de dólares. El valor total de los contratos de seguro de tipo credit default swaps (CDS) suscritos sobre estas hipotecas es cinco veces mayor y hay, además, mucho más en otros tipos de derivados comerciados over the counter (realizadas fuera del mercado). Está claro que muchísima gente ha utilizado la liquidez, por artificial que sea, del mercado de MBS (bonos garantizados por hipotecas) y ABS (bonos garantizados por activos) para hacer apuestas variadas, sin tener el capital necesario.

El siguiente es uno de los puntos más importantes y a la vez peor comprendidos de toda la situación: las apuestas financieras hechas a través de derivados son "juegos de suma cero". Es decir, si un banco pierde otro gana. En teoría, esto es útil porque los derivados pueden ser utilizados para comprar seguros en el interior del sistema, sin que ninguna parte de la riqueza sea destruida. ¿Por qué razón, entonces, un juego en el cual alguien debería de vencer siempre, podría llevar a la pérdida de todos? Si las apuestas están hechas entre bancos, ¿no deberían cancelarse recíprocamente sus valores, dejando el sistema, en el agregado, casi intacto? Teóricamente tendría que ser así, pero esto no es lo que ocurre en un mundo con información imperfecta y, sobre todo, en un mercado donde, desde hace 15 años, todo el mundo hace dinero vendiendo como buenas deudas que no lo son. Claramente algunos jugadores hicieron apuestas que nunca podrían pagar, dado que eran de valor muy superior al total de su patrimonio. El problema es que no se sabe quiénes son estos jugadores infectados. Por tanto, cuando X viene y pide un préstamo a Y, éste piensa: "Si X tiene en la cartera derivados que pierden dinero, utilizará mi préstamo para cubrir los pagos de aquéllos, no para invertir, y yo acabaré perdiendo mi dinero. Entonces tengo dos posibilidades: o no se lo presto, o se lo presto a unos tipos altísimos".

Este mecanismo paraliza el crédito y, forzando la carencia de liquidez, genera aún másinfectados. En otras palabras, el mercado está encerrado en un clásico lemons problem:nadie confía en nadie, nadie hace negocios con nadie, nadie enseña lo que tiene y todo el mundo intenta cerrar sus posiciones positivas dejando abiertas las negativas. Esto, obviamente, se traduce en una desconfianza total y en la parálisis efectiva de las actividades bancarias y de inversión.

El plan Paulson no resuelve estos problemas por tres sencillas razones: (I) la compra de títulos por parte del Tesoro acentúa el lemons problem y favorece a los malos bancos respecto a los buenos: los malos bancos están dispuestos a vender a cualquier precio, ya que lo que venden no vale nada; (II) no crea ningún incentivo para desmontar el castillo de derivados contaminados; al contrario, la liquidez en manos de los que están casi muertos les permite tomar posiciones all or nothing (todo o nada) de alto riesgo, ya que, en cualquier caso, su alternativa es la quiebra; y (III) transfiere una gran cantidad de dinero público a los banqueros que gestionaron mal el dinero confiado en ellos por los inversores, sin pedir ninguna contrapartida.

Existen muchas cosas que la Reserva Federal y el Gobierno de Estados Unidos podrían haber hecho, y todavía tienen la oportunidad de hacer, para manejar esta crisis de una manera más responsable y socialmente útil. Entre las sugerencias más convincentes que vienen del mundo académico, hay las siguientes:

1. Imponer a los bancos que se recapitalicen de forma inmediata, aliviando de esta manera el lemons problem.

2. Comprar hipotecas en quiebra, atacando el virus en sus raíces. Si hay que gastar impuestos, esto es más eficiente que comprar promesas complicadas escritas sobre papel mojado.

3. Imponer, por intervención directa de la Reserva Federal y del Tesoro, que se cierren aquellos contratos derivados que están actuando como píldoras envenenadas distribuyendo los beneficios. De manera que se puedan maximizar las solvencias del sistema, no la de los bancos individuales. Por supuesto, esto implicaría la quiebra de varios bancos: un precio razonable para permitir al sistema, en su conjunto, limpiarse y volver a funcionar.

4. Abrir de inmediato un debate público sobre los criterios con los cuales los mercados financieros y las instituciones que operan en ellos tendrían que actuar.

Esta vez, no estamos ante una situación de "más de lo mismo y chocolate para todos", como sucedió tras lo de LTCM y la explosión de la burbuja dot-com.

Michele Boldrin es catedrático de la Washington University en St. Louis y director de la Cátedra Repsol en FEDEA.


http://www.elpais.com/articulo/opinion/Paulson/mal/plan/elpepiopi/20081007elpepiopi_11/Tes

domingo, 5 de octubre de 2008

España: Breve historia de una crisis

España: Breve historia de una crisis, de Antonio Argandoña en Dinero en La Vanguardia

Publicado en Economía by reggio en Octubre 5th, 2008
Todo empezó, como es sabido, por el sector inmobiliario. El pinchazo de la burbuja está siendo muy doloroso, porque las conductas en el sector fueron a menudo temerarias, como si las excepcionales condiciones de los últimos años fuesen a durar para siempre, algo típico de los que se montan en la burbuja: ” La demanda de viviendas seguirá boyante por la inmigración y la creación de empleo”, ” el precio de la vivienda nunca cae”…

El boom acabó porque las casas habían alcanzado ya precios muy altos, y porque el coste mensual de la hipoteca era ya considerable, como consecuencia de esos mismos precios altos, del alto endeudamiento de los hogares y de la subida de los tipos de interés. El elevado stock de viviendas no vendidas frena el crecimiento de sus precios, pero siguen siendo demasiado altos como para reanimar la demanda, aún más cuando la concesión de hipotecas se está paralizando. La construcción se ha desplomado, el paro aumenta, la demanda de bienes de consumo relacionados con los nuevos hogares (muebles, electrodomésticos) se detiene, la crisis se contagia…

La expectativa de que los tipos se moderarían pronto se truncó por la aceleración de la inflación (cortesía de los altos precios del petróleo y de las primeras materias) y por la crisis financiera -y el sobresalto financiero continuo de las últimas semanas no contribuye a infundir serenidad y confianza-. De este modo, las familias se encontraron con un alto porcentaje de su renta comprometido en el pago de deudas.

Quedaba, pues, menos para el consumo, sobre todo cuando tenemos en cuenta que ese consumo se sostenía, en parte, en un crédito que ahora es escaso y caro. La moderación del consumo se ha extendido a casi todos los segmentos del mercado. Los dos motores del auge de los años recientes, el consumo y la construcción, están fuera de juego. Y es lógico que se paralice la inversión en bienes de equipo y construcción industrial, porque el mercado interior se está paralizando, y porque las condiciones financieras de las empresas empeoran rápidamente. Sólo la exportación mantiene todavía un ritmo positivo, aunque afectada por la menor actividad en Europa.

Hasta aquí, la historia. El futuro está por escribir, pero exige, como condición previa, el final de la crisis financiera, que nos afecta profundamente porque las entidades financieras españolas (no todas, pero sí muchas) necesitan financiación procedente de unos mercados exteriores que, por ahora, están casi cerrados. Se trata de un problema de falta de liquidez, pero puede convertirse en un problema de solvencia si alguna entidad pierde la confianza de sus clientes. No queda otro remedio, pues, que esperar que se arregle la crisis financiera internacional, lo cual, más allá de euforias ocasionales, tardará aún bastantes meses. Y no podemos confiar en que el Gobierno nos saque del agujero, porque se tiene que financiar en los mismos mercados que se resisten a conceder créditos a nuestras entidades.

La recuperación del consumo tardará, porque la parte de la renta dedicada a devolución de deudas y pago de intereses seguirá siendo alta, quizás insoportablemente alta si la tasa de paro crece más. El consumo no se regularizará hasta que el endeudamiento de las familias vuelva a cotas más normales - lo que es cuestión de tiempo, de bajos tipos y de sostenimiento de las rentas de los hogares-. Las empresas vinculadas a la exportación podrán crecer, si el crédito lo permite, pero su contribución al crecimiento del PIB será moderada. La inversión en equipo se recuperará después. Y la vivienda y la construcción seguirán en atonía por bastante tiempo. Todo esto si la ley de Murphy -ya saben: si algo puede ir mal, irá mal- no nos juega una mala pasada.

Antonio Argandoña. Profesor del Iese.
http://reggio.wordpress.com/

martes, 12 de agosto de 2008

Lo que nadie explica de la burbuja inmobiliaria

Sábado 12 de abril de 2008, por Víctor Luís Álvarez

La aparición de la burbuja inmobiliaria es consecuencia de condiciones económicas (objetivas) y socioculturales (subjetivas).

Las condiciones subjetivas no son económicas, son de origen cultural, y proceden, de la mentalidad que tenemos los actuales españoles frente a la propiedad de la vivienda. Esta posición procede de los primeros años sesenta, antes de esas fechas la opción del alquiler era la que estaba ampliamente generalizada en las capas medias y bajas de la sociedad española.

Esa mentalidad es la que impulsa a los españoles de nivel bajo y medio a la compra de una vivienda en cuanto opinan que tienen condiciones para ello, esa compra está acompañada en ocasiones con ribetes compulsivos de autoengaño sobre las propias posibilidades reales de acceder a la propiedad deseada.

Además el común de los españoles cree, aunque ahora ya un poco menos, en tópicos, como el de que la vivienda «nunca baja», ignorando experiencias recientes como la japonesa entre otras, y por ello la vivienda era vista como una inversión muy lucrativa y financieramente segura.

En las causas o condiciones objetivas de origen económico, un factor determinante fueron los bajos tipos de interés que permitieron a la oferta subir los precios hasta el nivel máximo que la demanda pueda abonar. Y este precio dependía de que las hipotecas fuesen o no accesibles, en muchas ocasiones nadie se preguntaba el valor del bien, si no por la cuantía de la hipoteca y si podía afrontarla.

Cuando no existe un gran stock de viviendas en venta, como ocurría hace unos años, la oferta de vivienda es inelástica, ya que el plazo de ejecución de las obras y urbanizaciones es de varios años por lo que la demanda se acumula sin ser satisfecha.

En esas condiciones de oferta rígida frente a una demanda en aumento y bajos tipos de interés, se disparan los precios, según algún experto bien documentado [1], se calcula que por cada 1% de descenso de los tipos de interés, la vivienda incrementa su precio en un 20%, lo que permite el florecimiento de la especulación y también del llamado «efecto riqueza» que incide en el incremento del consumo, como un efecto colateral de la burbuja inmobiliaria.

Esto acarrea un movimiento de arrastre especulativo sobre toda la cadena inmobiliaria desde el suelo hasta las agencias de compra-venta, esta situación es alentada por los políticos y los medios del sistema encantados de que «España vaya bien» según afirman ellos. ( Si los precios de la vivienda suben es por que la gente tiene dinero, Francisco Álvarez Cascos dixit)

Mientras tanto toda la peor fauna de los buitres ibéricos está revoloteando sobre esta especulación, desde los grandes del «ladrillo», las instituciones financieras y esos buitres de segunda categoría llamados coloquialmente «pasapiseros» que se dedican a la especulación «al por menor», a diferencia de los grandes del «ladrillo» que especulan con miles de millones.

En estas condiciones la construcción de viviendas se disparó hasta extremos nunca vistos. Las instituciones financieras ante la magnitud de la inversión inmobiliaria que se estaba efectuando en este país, no fueron capaces de afrontar su financiación con fondos propios y buscaron liquidez externa, el ahorro europeo vino a financiar a los compradores españoles de viviendas

¿Y las administraciones que hicieron entonces?, se dejaron llevar complacidas por la situación general de sensación de riqueza y consumo, hubiera sido muy fácil poner coto al disparate tomando ejemplos de otros países como Alemania, u Holanda, pero no interesaba, opinaron que no era liberal, y que era preciso dejar actuar al mercado libremente. Eso si, siempre dentro de los límites que los políticos marcaban con las recalificaciones del suelo.

Los políticos más honestos vieron una ocasión para llenar las arcas públicas y fueron ciegos sobre la trascendencia del problema que se podía generar, los menos honestos lo que vieron fue una gran ocasión para llenarse los bolsillos en compañía de los especuladores.

De esta forma no se hizo nada al respecto y la burbuja creció y creció, ahora ya nos encontramos en un punto de no retorno, el ahorro pasado y futuro de una gran parte de la sociedad española está invertido en unos edificios, en ocasiones vacíos, mediante unos créditos que han dejado a España seca de liquidez, y muy poco atractiva para la captación de crédito foráneo.

La crisis no es solo inmobiliaria y energética, es sistémica, la crisis de las hipotecas “subprime” en EEUU es de juguete frente a los tres déficit: federal, comercial y familiar que se acumulan en ese mismo país, por ello se atisban en el horizonte mundial fuertes convulsiones precedentes de un cambio de sistema.

Entonces si que vamos a sentir en nuestro país la falta del capital financiero que está enterrado en el ladrillo español, y que vamos a necesitar para otras carencias estructurales.

El estallido de la burbuja se esta produciendo porque la elevación de los tipos de interés puso al descubierto la sobrevaloración especulativa del precio de las viviendas.

También se puede enunciar que la oferta inmobiliaria es inelástica o rígida hasta que el stock de viviendas acumulado es de tales dimensiones que la vuelve elástica, incluso plástica.

Por deformación profesional usaré un símil de ingeniería, la ley de Hooke, que nos dice que cuando las tensiones son suficientemente elevadas se sobrepasa el límite elástico del material y se llega a la zona de fluencia, si la tensión persiste se produce una deformación plástica y el material se destruye.

O sea, que revienta la burbuja inmobiliaria y se destruye la economía, que es lo que está ocurriendo.

viernes, 20 de junio de 2008

El espectro de la estanflación global Nouriel Roubini

Nouriel Roubini NUEVA YORK.- ¿Conducirá la creciente inflación global a una pronunciada desaceleración económica? Peor aún, ¿reavivará la estanflación, esa combinación mortal de inflación en aumento y crecimiento negativo? La inflación ya está en aumento en muchas economías avanzadas y mercados emergentes, y hay señales de una probable contracción económica en muchas de las primeras (Estados Unidos, Reino Unido, España, Irlanda, Italia, Portugal y Japón). En las economías emergentes, la inflación ha estado asociada -hasta ahora- con el crecimiento, e incluso con el sobrecalentamiento de la economía. Pero la contracción económica en Estados Unidos y otras economías avanzadas puede conducir a una asociación en lugar de una disociacióndel crecimiento en los mercados emergentes, a medida que la contracción estadounidense desacelere el crecimiento y la inflación creciente obligue a las autoridades monetarias a restringir las políticas monetaria y de crédito. Entonces podrían enfrentarse a una "estanflación lite" -inflación creciente unida a una marcada desaceleración del crecimiento. La estanflación necesita un choque negativo del lado de la oferta que aumente los precios y al mismo tiempo reduzca la producción. Los choques estanflacionarios han provocado una recesión mundial tres veces en los últimos 35 años: en 1973-1975, cuando los precios del petróleo se dispararon tras la Guerra del Yom Kippur y el embargo de la OPEP; en 1979-1980 después de la revolución iraní; y en 1990-1991, tras la invasión de Kuwait por Iraq. Incluso la recesión de 2001 desencadenada principalmente por la implosión de la burbuja de la alta tecnologíaestuvo acompañada de una duplicación del precio del petróleo después del inicio de la segunda intifada palestina contra Israel. Hoy, un ataque israelí contra las instalaciones nucleares de Irán podría provocar un choque estanflacionario. Este riesgo geopolítico ha aumentado en las últimas semanas a medida que ha crecido la alarma en Israel en cuanto a las intenciones de Irán. Un ataque de ese tipo ocasionaría aumentos bruscos en el precio del petróleo -muy por encima de los 200 dólares por barril. Las consecuencias de dicho aumento serían una recesión global importante, como las de 1973, 1979 y 1990. En efecto, el incremento más reciente en el precio del petróleo se debe en parte a un aumento en la prima del miedo. Pero sin un choque negativo del lado de la oferta, ¿es posible la estanflación global? Entre 2004 y 2006 el crecimiento global fue robusto mientras que la inflación fue baja, debido a un choque positivo en la oferta global -el aumento de la productividad y la capacidad productiva de China, la India y los mercados emergentes. A este choque positivo del lado de la oferta le siguió a partir de 2006un choque positivo en la demanda global: el rápido crecimiento en "Chindia" y otros mercados emergentes comenzó a presionar los precios de varios productos básicos. Un fuerte crecimiento global en 2007 marcó el inicio de un aumento de la inflación global, un fenómeno que, con ciertas salvedades(la brusca desaceleración en Estados Unidos y algunas economías avanzadas), continúa en 2008. Por lo tanto, si se excluye un choque del lado de la oferta verdaderamente negativo, la estanflación es poco probable. Los aumentos recientes en los precios del petróleo, la energía y otros productos básicos reflejan varios factores: -- El elevado crecimiento de la demanda de petróleo y otros productos básicos entre las economías de mercado emergentes con rápido crecimiento y urbanización se está dando en un momento en el que las limitaciones a la capacidad y la inestabilidad política en algunos países productores restringen su oferta -- El debilitamiento del dólar está presionando a la alza el precio en esa divisa del petróleo a medida que el poder de compra de los exportadores de petróleo disminuye en regiones donde el dólar no se utiliza. -- El descubrimiento de los inversionistas de los productos básicos como un tipo de activo está alimentando la demanda tanto especulativa como de largo plazo. -- La desviación hacia la producción de biocombustibles ha reducido la tierra disponible para el cultivo de productos agrícolas. -- La relajada política monetaria estadounidense, a la que ha seguido la relajación monetaria en países que formalmente fijaban su tipo de cambio al dólar (como los del Golfo) o que mantenían devaluada su moneda para fomentar el crecimiento impulsado por las exportaciones (China y otros miembros informales de la llamada zona del dólar Bretton Woods 2), ha provocado una nueva burbuja de activos de productos básicos y un sobrecalentamiento de sus economías. La mayoría de estos factores son similares a choques positivos en la demanda agregada global, lo que debería conducir a un sobrecalentamiento económico y un aumento de la inflación global. Las políticas de tipo de cambio son cruciales. Los superávit en cuenta corriente considerables y/o la mejora de la relación de intercambio implican que el tipo de cambio de equilibrio real (el precio relativo entre los bienes extranjeros y los nacionales) se ha apreciado en países como China y Rusia. Así, con el tiempo el tipo de cambio real debe convergir mediante una apreciación realcon el tipo de equilibrio más fuerte. Si no se permite la apreciación del tipo de cambio nominal, la apreciación real sólo podrá ocurrir mediante un aumento de la inflación interna. Por lo tanto, la forma más importante de controlar la inflación -y recuperar al mismo tiempo la autonomía de las políticas monetaria y crediticia necesaria para controlar la inflación-es permitir que las monedas de esas economías se aprecien significativamente. Desafortunadamente la necesidad de apreciar las monedas y de la austeridad monetaria en los mercados emergentes sobrecalentados llega en un momento en que la recesión inmobiliaria, la contracción del crédito y los elevados precios del petróleo están provocando una acentuada desaceleración en las economías avanzadas-y una recesión abierta en algunas de ellas. El mundo ha completado el círculo. Después de un período benigno con un choque positivo en la oferta global, un choque positivo en la demanda global ha conducido al sobrecalentamiento y presiones inflacionarias crecientes a nivel mundial. Ahora hay preocupaciones sobre un choque estanflacionario en la oferta digamos, una guerra con Iránaunado a un choque deflacionario en la demanda a medida que revienten las burbujas inmobiliarias. Las presiones deflacionarias podrían afianzarse en las economías que se están contrayendo, mientras las presiones inflacionarias aumentan en las economías que todavía crecen con rapidez. Por lo tanto, los bancos centrales de muchas economías avanzadas y emergentes se enfrentan a una pesadilla en la que deben restringir la política monetaria (para luchar contra la inflación) y al mismo tiempo relajarla (para reducir los riesgos al crecimiento). A medida que los riesgos de inflación y los que afectan al crecimiento se combinen de maneras distintas y complejas en economías diferentes, será muy difícil para los banqueros centrales equilibrar estos imperativos contradictorios. El autor es profesor de economía en la Stern School of Business de la Universidad de Nueva York y presidente de RGE Monitor (RGE Monitor) © Project Syndicate 1995-2008
El espectro de la estanflación global

martes, 18 de marzo de 2008

la 'fiesta' económica se ha terminado

El presidente del Ifo afirma que la 'fiesta' económica se ha terminado

MUNICH, 18 (EUROPA PRESS).- El 'boom' económico global experimentado durante los cuatro últimos años, el mayor desde los años 70, ha llegado a su fin, según el presidente del prestigioso instituto económico alemán Ifo, Hans Werner Sinn, quien afirma que "ocurra lo que ocurra, la fiesta se ha acabado".

Europa Press
18/03/2008 (15:07h.)

En un artículo publicado en el diario 'The Japan Times', el economista alemán señala que la economía de EEUU "se tambalea hacia la recesión", y rechaza la idea del 'decoupling' al indicar que la contribución de EEUU al PIB mundial, del 28%, es superior a la aportación del conjunto del continente asiático.

"En algún momento, el mundo podrá no coger un resfriado cada vez que EEUU estornude, pero eso está bastante lejos de ser verdad en estos momentos", dice Sinn, quien apunta que el 21% de las exportaciones chinas y el 23% de las exportaciones de la Unión Europea fuera del bloque se dirigen a EEUU, por lo que concluye que "el mundo no puede evitar ser arrastrado por el desplome de EEUU".

Asimismo, el presidente del Ifo recuerda que la última encuesta mundial de perspectivas económicas elaborada por el instituto germano confirmaba el empeoramiento de la valoración de la actual coyuntura económica, así como de las expectativas para los seis próximos meses, y señala que el indicador correspondiente a EEUU se encuentra actualmente por debajo de los niveles registrados tras el 11-S, lo mismo que sucede con el índice de confianza de los consumidores de la Universidad de Michigan.

"Durante muchos años, EEUU ha vivido por encima de sus posibilidades (...) Año tras año, EEUU ha vendido sus activos al exterior y disfrutado un alto nivel de vida en casa. Ya no ocurrirá más. El mundo se ha dado cuenta", afirma el economista.

"Los bancos de todas partes están aprendiendo por la vía dura que la deuda con la que EEUU financiaba su 'boom' consumista no será necesariamente reembolsada. Las titulizaciones hipotecarias que los bancos estadounidense lograron colocar por todo el mundo no son comparables a los activos europeos de parecida denominación", indica.

En este sentido, Sinn apunta que en Europa, particularmente en Alemania, las titulizaciones hipotecarias son activos "ultraseguros", mientras que en EEUU este tipo de valores son como "billetes de lotería".

"Numerosos bancos europeos parecen no haber comprendido ésto y todavía intentan eludir la revelación de estas inversiones dudosas en sus balances y las colocan en complejos vehículos de inversión ('conduits') con sede en paraísos con una fiscalidad relajada", añade el economista.

LAS CARTAS SOBRE LA MESA, EN 2009

Estos 'conduits' están registrando pérdidas "gigantescas" que deben ser cubiertas por los bancos, algunos de los cuales han caído en bancarrota. "Esta primavera mostrará las amortizaciones necesarias en los balances, pero la verdad completa no se conocerá antes de la primavera de 2009, cuando se publiquen las cuentas de 2008".

Por otro lado, el presidente del Ifo constata que pese a la debilidad del dólar frente al euro esgrimida por muchos analistas, ésta no es mayor que la sufrida por el 'billete verde' frente al marco alemán en 1992.

Asimismo, el economista advierte de que, aunque las acciones de la Bolsa estadounidense parecen haberse mantenido bastante al margen de la pérdida de valor de los activos estadounidenses, "sólo es cuestión de tiempo que caigan también".

"Esta pérdida de valor de los activos estadounidenses es la razón para la probable recesión", señala Sinn, puesto que los consumidores de EEUU, acuciados por las deudas y la pérdida de valor de sus viviendas, deberán reducir su consumo, lo que afectará a EEUU y al resto de países, mientras que las entidades bancarias, ante las pérdidas de capitalización a las que se enfrentan, se verán forzadas a reducir el crédito.

Por otra parte, el presidente del Ifo se muestra poco optimista respecto a los intentos de la Reserva Federal de evitar la recesión mediante agresivos recortes de tipos de interés, mientras que se muestra a la expectativa respecto a los posibles efectos del plan de estímulos e incentivos fiscales promovido por la Casa Blanca, aunque advierte de que "todavía debe verse si será suficiente para evitar la recesión y compensar a los hogares por la pérdida de riqueza sufrida por la depreciación de sus viviendas".

| 18/Mar/2008 15:05:11 (EUROPA PRESS) 03/18/15-05/08 "

domingo, 16 de marzo de 2008

Genio e ingenio en la economía

13 de marzo de 2008

Genio e ingenio en la economía

*Luis Casado

Primer ciclo de enseñanza básica de economía: “Ley de la oferta y la demanda”, que como su nombre lo indica es una Ley: “Regla o norma constante e invariable de las cosas que está determinada por sus propias cualidades o condiciones o por su relación con otras cosas”.

No te pongas serio: la economía otras cosas sí, pero “leyes”, “teoremas”, “paradojas”, “ciclos”, “anticiclos”, “recontraciclos” y otros chamullos de similar consistencia no es lo que le falta.

Que el precio de las mercancías está determinado por la “Ley de la oferta y la demanda” lo sabe un pibe de kindergarten, si no fuese el caso, me pregunto yo, ¿cómo pudiese el pibe vivir en la modernidad chilensis? Imposible.

El dinero, la pasta, la guita, es una mercancía. De ahí que su precio, o tasa de cambio, esté determinado por la “Ley de la oferta y la demanda”, esa que dice que si los precios suben aumenta la oferta, y que si los precios suben, baja la demanda. O viceversa, que en este caso la definición es un pelín palíndroma o capicúa.

Esta verdad, que elevada a la categoría de Ley ha sido el zócalo sobre el cual se ha edificado la globalización, la Unión Europea, el Consenso de Washington, la excelencia de la educación en Chile, el milagro de las AFP y la frecuentación de la gruta de Lourdes, es el basamento, cimiento o pedestal en el que se sustenta el “mercado”. Sácate el sombrero y saluda.

De ahí que resulte chocante, por decir lo menos, que la prensa europea titule con grandes caracteres la manifestación de una inquietud inquietante: “Los bancos centrales de los países más industrializados del mundo (G-10) se han mostrado hoy preocupados por “‘los movimientos excesivos en los tipos de cambio de las divisas’”. Así como lo lees.

Los bancos centrales, ya se sabe, no hay nada más serio. Si ellos están preocupados... saca la máscara de gas, lleva los niños al subterráneo y apaga la luz, ¡no te jode!, en una de esas nos bombardean. Tan serios como la denominación del grupo de los países más industrializados del mundo, el G-10, que en realidad... ¡son 11!

Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo (BCE) y portavoz del G-10, (que cuando era presidente del Banco de Francia anunció en vísperas del krach bursátil de 1987: “la Bolsa tiene un bello avenir delante de ella”), ha señalado que: "los movimientos excesivos, volátiles y desordenados en los mercados de divisas son indeseados para el crecimiento económico".

¡Excesivo, volátil y desordenado tú mismo!

Monsieur Trichet es un celoso defensor de la “independencia del BCE”, del libre mercado, de la globalización, y de la Ley de la oferta y la demanda, como los once presidentes de los once bancos centrales de los once países del mal llamado G-10.

¿Cómo pueden ladrar contra los resultados de las políticas que ellos mismos han contribuido a imponer a escala planetaria durante 30 años?

¿Cómo pueden lanzar estos exabruptos contra la “Ley de la oferta y la demanda”, la madre de todas las leyes económicas que dicen adorar?

No hay que olvidar que en la teoría y en la praxis de estos patriotas cualquier intervención o regulación de los mercados, por benigna que sea, es una perturbación portadora de desgracias.

Partidarios del “Laissez-faire” a tal extremo que uno de sus más caricaturales exponentes, Lawrence Lyndsey, Secretario del Tesoro de los EEUU en el primer gobierno de W. Bush, fue apodado por la prensa yanqui: “Larry haz lo que te salga de la punta del nabo Lyndsey”.

Por si fuese poco, Trichet nos cree más subnormalitos de lo que conviene porque “ha reiterado las declaraciones de las autoridades estadounidenses, que han destacado la importancia de un dólar fuerte para EEUU”.

Dólar fuerte... ¡Mon cul!

Ya hemos contado como Martin Feldstein, -presidente del National Bureau of Economic Research, y alguna vez considerado posible sucesor de Alain Greenspan en la FED-, anunció el 5 de mayo de 2006 que la única solución para evitar una fuerte recesión económica en los EEUU consistía en aumentar la tasa de ahorro interno, disminuir el consumo, y depreciar el dólar.

¿De cuánto? Feldstein respondió derechamente: “Los cálculos están en el orden de una depreciación del dólar entre el 30% y el 40%”. En esa época el dolar se cotizaba en 547 valerosos pesos, lo que quiere decir que según Martin Feldstein el dólar podía perfectamente caer hasta unos $ 328.

Ya ves que ni el mercado ni la “Ley de la oferta y la demanda” tienen mucho que ver con esto. Ni por supuesto el precio del cobre, lo que se resignó a reconocer hasta Andrés Velasco.

Pero el genio de Jean-Claude Trichet queda en evidencia cuando se refiere a la inflación: “Respecto a los riesgos para la estabilidad de los precios, el presidente del BCE ha afirmado que estos están relacionados con el aumento del precio del petróleo y de las materias primas”.

Un pequeño paso para “el hombre”, pero un paso gigantesco para la ciencia económica mundial: el presidente del Banco Central Europeo acaba de descubrir que la causa de la inflación es el aumento de los precios...

En Chile no somos menos. Hace un par de meses, refiriéndose a problemas similares, Camilo Escalona, presidente de la Comisión de Hacienda del Senado, mostró su propio ingenio al declarar: “Estamos todos preocupados de que pueda haber una combinación bastante negativa entre una alta inflación y menor crecimiento y por lo tanto se trata de contener la inflación y asegurar un nivel de crecimiento adecuado” (sic).

Si no sabías porqué estamos donde estamos... ahora lo sabes.

*Ingeniero del Centre d’Etudes Supérieures Industrielles (CESI, Paris, Francia), profesor del Institut National de Télécommunications (INT) y miembro del Comité Central del Partido Socialista de Chile.

http://elmostrador.blogspot.com/2008_03_13_archive.html

"Vamos hacia una recesión grave"

M ichel Rocard (Courbevoie, 1930), uno de los pensadores más lúcidos de la izquierda europea, disecciona la crisis de la socialdemocracia desde una mirada preocupada. Europeísta convencido, pide a la izquierda una profunda reflexión sobre el proyecto de la UE, por el que pelea desde 1994 en su escaño de eurodiputado en Estrasburgo. El ex secretario general del Partido Socialista francés, dos veces candidato a la presidencia y ex primer ministro del Gobierno de François Mitterrand, afirma hoy que, después de 58 años de militancia, se siente más socialdemócrata que nunca, aunque insista en que desde 1989, fecha de la caída del muro de Berlín, la izquierda está enferma porque no ha sabido analizar ni percibir las consecuencias de lo que pasó.

"Creo que el PSOE está más cómodo en la aceptación de la economía de mercado"

"España, como Francia, no puede prometer el pleno empleo a sus ciudadanos"

"Europa está dirigida en gran parte por gente que cree en las virtudes de los equilibrios de mercado"


"En caso de recesión de Estados Unidos, la primera víctima será China"


Pregunta. En casi toda Europa occidental, una corriente populista y conservadora ha arrastrado a muchas capas sociales situadas habitualmente en la izquierda. ¿Se debe a la crisis profunda de la socialdemocracia o a la falta de alternativa al modelo actual?

Respuesta. No me gusta la palabra crisis, que sale del vocabulario médico, y que en la evolución de una enfermedad describe el punto fuerte de ésta, después del cual, o bien se muere, o se vuelve al estado normal, que es la salud. La palabra crisis supone un desequilibrio temporal e implica el regreso a una etapa conocida. Pero no es lo que está ocurriendo. Vivimos una gran mutación social, y el debilitamiento temporal de la socialdemocracia traduce una insuficiencia de respuestas a esta evolución; pero no es una crisis, es una dificultad. El gran problema en nuestras sociedades contemporáneas es que hemos perdido la costumbre de reflexionar sobre largos periodos. Tras la II Guerra Mundial, mucha gente afirmaba que el capitalismo era, en gran parte, la causa de esta guerra, y no sólo la locura de Hitler. Se recordaba la gran crisis de 1929-1932, y lo que supuso de retorno de la desconfianza y del distanciamiento entre los países, basado en el proteccionismo por causa de esta crisis. La guerra permitió la victoria sobre las dictaduras nazi y fascista, y se supo reconstruir el capitalismo. Entre 1945 y 1975 hubo 30 años de pleno empleo en América del Norte, en Europa occidental y en Japón.

Desde 1975, y lentamente, hemos cambiado de sistema o pilotaje del capitalismo, y nos hallamos hoy en sociedades con crecimiento lento, con fuerte nivel de incertidumbre en la población activa y con crisis financieras repetidas cada cuatro o cinco años. Y nos encontramos evidentemente ante el inicio de otra gran crisis económica financiera.

P. Ante esta amenaza, ¿quiénes serán las primeras víctimas?

R. Desde 1945 y hasta 1980, el mundo no conoció más que quiebras nacionales, no crisis mundiales. Era el gran éxito del capitalismo regulado. Pero hoy, frente al pleno empleo pasado, nos hallamos con que tres categorías -los parados, los trabajadores en precario y los pobres- se convierten en las primeras víctimas. Tienen volúmenes variables de país a país, pero llegan en todas partes al 25% de la población activa. Es esta gente la que inquieta o desespera, provoca la subida de la extrema derecha y favorece la apatía democrática y el aumento de la abstención.

P. ¿Cómo reconstruir una alternativa que ilusione frente a este capitalismo desordenado, como lo llama usted?

R. Lo que he descrito es el resultado no de la mundialización, sino de la globalización no regulada. La globalización es mezcla de la apertura de fronteras físicas, de la aceleración en el mundo entero, de la aceleración absoluta de la velocidad de todo transporte, y, en primer lugar, de la formación que recorre con velocidad de la luz todo el planeta. Pero también de los productos, los servicios, las personas, y la ausencia de regulación de todo ello. La globalización está acotada por las hipótesis absurdas y peligrosas del señor Milton Friedman, que dice que el equilibrio de los mercados es óptimo, y que, si quiere usted por razones sociales mejorar los mercados con la intervención pública con subvenciones, reglas o tasas, logrará más perdedores que ganadores. Y eso no funciona. En nombre de ese dogma nos vemos regulados por Estados que no quieren intervenir contra el fraude o su prevención. La mitad de la liquidez internacional de hoy está gestionada en paraísos fiscales.

P. ¿Y cuál sería la respuesta?

R. Antes de llegar a lo que podemos hacer y ayudarnos a encontrar una respuesta, debemos explicar por qué la socialdemocracia se ha visto desbordada y cogida a contrapié. La socialdemocracia mundial había sido largo tiempo fiel a la libertad, es su elección de 1920: "No haremos como los comunistas". Pero fiel también a una visión, a un análisis de la economía alrededor de las propuestas de Marx. Estamos en un drama por causa de la propiedad de los medios de producción y de intercambio, y hay que cambiar esos postulados por la propiedad colectiva de los medios de producción y de intercambio, y por una administración de la economía de hecho. Esto no funciona. Es en el periodo del capitalismo eficaz de 1975 cuando la socialdemocracia se ve obligada a renunciar a su base de la doctrina económica de antes de la guerra. Ya lo hicieron los suecos en 1932, cuando el partido socialista fue el primero en apuntarse a la economía de mercado. Los alemanes lo hacen en 1959, y los españoles, de forma muy visible -con una fuerte crisis interna en 1979-, con la dimisión de Felipe González, diciendo: "Yo no soy marxista".

P. Pero no todos los partidos socialistas europeos dieron ese giro.

R. Dos partidos, el portugués y el francés, no supieron optar por esta elección y se quedaron en una ambigüedad que les ha costado mucho. Hay que saber que la Internacional Socialista y su sucursal de los partidos europeos se alinean sobre la economía de mercado desde 1950. Aunque la socialdemocracia se ha visto capacitada para contestar a la crisis y desempeñar un papel importante en la consolidación del capitalismo regulado, sobre todo desarrollando la protección social, ha perdido, sin embargo, una parte de su carta de identidad. La desaparición en esta carta de las nacionalizaciones y de la economía administrada ha debilitado su imagen. Era necesaria porque esta imagen era falsa y mala, pero ha perdido en visibilidad, en claridad.

Segunda observación: en todo este asunto, la socialdemocracia y el mundo entero no han logrado diferenciar suficientemente entre la economía de mercado y el capitalismo: la economía de mercado es bimilenaria, mientras que el capitalismo es sólo bicentenario. Éste nace de un matrimonio entre dos invenciones: la máquina de vapor, que permite hacer trabajar a muchos hombres juntos alrededor de una sola fuente de energía, y la sociedad anónima, que es una invención financiera, primer medio en asociar a muchos capitalistas juntos para un mismo proyecto. Entonces, el capitalismo toma un desarrollo arrasador porque es formidablemente eficaz. Ha tenido, como el mercado, la virtud de poner a todo el mundo en el tajo para el desarrollo económico, en vez de esperar las decisiones del Estado. Pero aporta la gran dimensión, el capitalismo necesita del mercado, aunque existe un antagonismo fundamental. Se puede imaginar un mercado sin propiedad privada de los medios de producción e intercambio. Ése era el sueño de Tito, en el que sólo cabrían empresas municipales. Se puede imaginar un mercado hecho sólo de cooperativas. Es lo que pensaba Marx. La autodeterminación de los trabajadores se da porque pasan contratos entre ellos, y entre las unidades de producción. Así es como la economía nazi estaba estrechamente regulada por negociaciones permanentes entre el Estado y las grandes empresas o trusts que tomaban todas las decisiones. Éstos dejaban poco espacio al mercado, que sólo regulaba el detalle.

P. Se abre el camino al monopolio.

R. El mercado sólo existe si hay verdadera competencia, y el capitalismo tiene una tendencia constante, y en todas partes, al monopolio. Esta tendencia ha trastornado la economía contemporánea. El capitalismo y sus reglas funcionaban con tres reguladores: la seguridad social que salía entonces de las crisis, la tercera parte del ingreso de las familias que permitía a los parados no morir de hambre, y quedaba un pequeño poder adquisitivo para reactivar el mercado en casos de crisis; las políticas keynesianas, de lucha contra las variaciones internacionales, y la política de sueldos altos. Fue Henry Ford el que para salir de la crisis de 1929 acuñó esta frase: "Pago a mis asalariados para que compren mis coches". Había entendido eso. El capitalismo de 1945, tras la guerra, generaliza esos tres principios, y alrededor de ellos todo va bien.

P. Sí, pero, al parecer, la época de bonanza ha terminado, y muchos ciudadanos consideran esa globalización como una amenaza.

R. En este nuevo desequilibrio de la última década hay otra víctima, que es el accionista que se considera mal remunerado porque la retribución de los asalariados es fuerte. Desde entonces vivimos la revancha de los accionistas, que han tomado el poder en todas partes y gritan: "¡Quiero más dividendos". Y el nuevo sistema, todo para los accionistas y lo menos posible para los asalariados, es una triste realidad. Ahora, y en todos nuestros países, tras esos largos periodos, la parte de los salarios sobre el producto nacional está en clara disminución. Representaba un 70% de media en Europa hace treinta años, y ahora está en un 58% del PIB. Eso explica el trabajo temporal precario, el paro y la casi imposibilidad de disminuirlos. Pero lo más revelador es el trabajo temporal. Los países que más lo aceptan tienen menos paro que los otros, como España.

P. ¿La recesión es entonces inevitable?

R. Lo que creo profundamente es que hemos entrado en una crisis que no sólo es financiera y que va a afectar a la economía. Por ejemplo, en caso de recesión americana, la primera víctima será China, que vive en gran parte de sus exportaciones hacia Estados Unidos. Vamos hacia una recesión que será grave porque la parte del producto nacional que va hacia los salarios, los ingresos de la seguridad social y los recursos bajos es demasiado débil, y ya no favorece el consumo. La liquidez de hoy se compromete hacia lo inmaterial y lo especulativo y el juego. Todo ocurre porque el apetito de ganancia de capital de las capas medias-altas ha roto el sistema. Quiere decir que hay que encontrar regulaciones internas e internacionales para reencontrar una gran política keynesiana de lucha contra los créditos, para reencontrar una garantía dada a la seguridad social respetada y potente, así como a los servicios públicos puestos hoy en entredicho en el momento de la búsqueda del provecho. Y por eso lo que creo es que la solución y la herramienta es la socialdemocracia. Tardaremos al menos diez años en lograr la unanimidad de la socialdemocracia mundial. Alrededor de este diagnóstico, pero sobre todo alrededor de las soluciones, no existe otro cuerpo político posible.

P. ¿Pero cuál puede ser el papel de Europa en ese frente, en esa solución a la crisis?

R. Actualmente, Europa está dirigida por fuerzas cómplices del sistema. Y no es cuestión de que Europa busque corregir todos sus negativos efectos. Europa está dirigida en gran parte por gente que cree en las virtudes de los equilibrios de mercado, y que no se dan cuenta de que van contra un muro. Pero Europa tiene la ventaja de ser enorme, es la primera economía mundial, es el primer exportador e importador del mundo. Y si Europa se da una mejor orientación de las regulaciones puede cambiar las reglas de juego mundial. Ninguno de nuestros países lo puede hacer solo, ni la misma Alemania. Por eso, después de 58 años de militancia, soy más socialdemócrata que nunca, y por eso estoy convencido de que debemos entendernos.

P. ¿Y cuál puede ser el papel de España en esa aportación de ideas para ese cambio?

R. Como el de Francia, desdeñable. No tenemos el espacio para corregir las pesadas tendencias que nos llegan desde el mundo entero, de la India, de China, y hay que reconocerlo. Se es políticamente serio cuando no se prometen tonterías. España, como Francia, no puede prometer el pleno empleo a sus habitantes, eso depende de una regulación mundial.

P. Es conocedor de las últimas cifras en España.

R. Sí, y no es sorprendente; pero, desgraciadamente, España sola no puede hacer gran cosa, aunque ella no tiene nada que ver en las causas. Tiene factores agravantes como su sistema de créditos, mucho más incierto que el francés, o el sistema prehipotecario, también incierto en el inmobiliario, que no tiene Francia. Todos esperamos de España que tome conciencia de todo ello y que participe activamente en un esfuerzo internacional para lograrlo. Nadie se puede salvar solo, pero algunos países tienen una influencia y carisma intelectual o lingüístico que dan mucha importancia a lo que hacen en otras partes. Si España toma conciencia de lo que le estoy diciendo, arrastrará a una gran parte de América Latina, porque existe ósmosis. España es, por tanto, esencial en esta toma de conciencia que debe caminar hacia una ofensiva socialdemócrata internacional.

P. Cree usted entonces que España tiene que tener una mayor participación en Europa. ¿Cuál sería el papel de Zapatero como dirigente socialista europeo?

R. El papel de España ya es muy fuerte en Europa. La mentalidad colectiva española es más europeísta o internacionalista que la francesa. Jugáis mejor el papel europeo que nosotros. Lo veo en el Parlamento Europeo. España tiene delegaciones menos numerosas que Francia, pero se sirve mejor de ellas. Creo que el PSOE está mejor equipado intelectualmente y más cómodo en la aceptación de la economía de mercado que nosotros, los socialistas franceses. Evidentemente, los intelectuales españoles tendrán una mayor resonancia y escucha en Europa, y podrán hacer avanzar la reflexión colectiva.

P. Es el problema de una parte de la izquierda francesa que le dio la espalda a Europa durante muchos años, o esa izquierda más radical, la comunista, por ejemplo.

R. Es necesario que la izquierda comprenda que quien dice economía de mercado, dice solamente garantía de la libertad en la organización económica, y nada más, y que, por tanto, no describe la forma de retroceder del capitalismo. Es una gran obra. Cuando Karl Marx hizo una crítica del capitalismo y fundó el socialismo, su pensamiento era para un siglo. No tenía prisa. Estamos de nuevo en esta situación, con la gran diferencia de que nos hemos desembarazado de la apropiación colectiva de los medios de producción, porque no funciona. Desde el principio, siempre hubo una minoría en el Partido Socialista francés que se opuso a esa idea de Europa. Esa corriente fue más fuerte en los años cincuenta, pero siguió existiendo en tiempos de Mitterrand con la crisis de desconfianza hacia Europa, con dirigentes como Pierre Joxe. Y hoy, una parte significativa del partido utiliza Europa como responsable de nuestros males; vota a favor del no en el referéndum sobre la Constitución europea, que provocó el drama que sabemos, o se sigue oponiendo a la economía de mercado. Otros prefieren no definirse, y es lo más fácil. Sin embargo, tendremos la ocasión de aprobar una definición mucho más sensata y clara con ocasión de nuestro próximo congreso.

P. Algunos, incluso en la época de Pierre Mauroy, mostraron ciertas simpatías por el movimiento abertzale vasco cercano a ETA. ¿Qué opinión le merece el terrorismo vasco, el último de Europa occidental?

R. El terrorismo vasco es más un problema franco-español y de coordinación de ambas policías. Sigue siendo muy grave, pero no requiere un cambio institucional europeo. Quizá sí el terrorismo yihadista. ¿Seremos capaces de no degradar nuestras relaciones con los países árabes? Tendremos que saber distinguir entre el combate contra individuos fanáticos y terroristas islamistas y nuestras relaciones con los Estados árabes. Es muy delicado, pero fundamental. http://www.elpais.com/articulo/repor...lpdmgrep_4/Tes