¿Estamos ante una corrección como la de mayo de 2006 o ante algo peor? A priori, es imposible saberlo. Pero más allá de los argumentos que justifican la caída actual –miedo a la recesión en EEUU, crisis hipotecaria, tensión con Irán, problemas en China, fin de la financiación fácil con las alzas de tipos en Japón-, hay una serie de elementos que recuerdan a lo vivido en el año 2000, cuando comenzó la tendencia bajista. Aunque eso no significa que la historia se vaya a repetir, conviene reflexionar sobre ello.
1. Un sector se desmadra y alcanza valoraciones insostenibles: a finales de los 90 fue la tecnología e Internet, y ahora es el sector inmobiliario, especialmente en España. Los analistas hace meses que recomiendan vender estos valores porque sus precios son totalmente irracionales –y más en un cambio de ciclo-, pero los inversores siguen comprando a lo loco, en especial en los valores más pequeños y especulativos.
2. El ‘rebaño’ sigue a los grandes especuladores: los particulares son encandilados con los pelotazos que dan algunos personajes de moda y siguen sus pasos con los ojos cerrados. Los nuevos ‘pastores’ son Bañuelos, Rivero, Portillo, Entrecanales, Florentino, y algunos de los que ya estaban aquí en 2000, como Pujals y Tallada.
3. Optimismo exagerado sobre la economía: en el año 2000, se pusieron de moda expresiones como el "fin de los ciclos" o el "nuevo paradigma" para decir que la mejora de la productividad gracias a las nuevas tecnologías iba a erradicar las recesiones… hasta que llegó la de 2001. Ahora no llegamos a tanto, pero llevamos un ciclo muy largo de crecimiento sostenido en todo el mundo –y qué decir de España, donde dura 12 años-, pero nadie anticipa una recesión. Ha tenido que ser Greenspan –quién si no- el que nos despierte del sueño.
4. ¿Riesgo? ¿Qué riesgo?: hace siete años, nadie percibía que hubiera un riesgo grave en la bolsa pese a la estratosférica subida. Y vaya si lo había. Ahora ocurre tres cuartos de lo mismo, ya que las primas de riesgo están por los suelos en bolsa, los diferenciales entre la deuda de peor calidad y la pública se han desplomado, y la volatilidad está en mínimos históricos. Es más, llevamos varios años en que todos los mercados suben a la vez –bolsa, bonos, materias primas, inmuebles-, algo que no había ocurrido nunca.
5. Los analistas alimentan la euforia: es verdad que ahora no hemos llegado a los extremos de 2000; entonces, las previsiones de subida eran estratosféricas, y ahora no van más allá del 10%. Pero nadie anticipa una caída en 2007. Incluso hay firmas, como BBVA, que hablan sin tapujos de la nueva ‘edad dorada’ de las bolsas.
6. Inundación de nuevos vehículos de inversión: a finales de los 90 se popularizaron los derivados (futuros, opciones y warrants), que ahora viven una segunda juventud, y además hay que sumar el boom de los ETFs (fondos cotizados) en todo el mundo. En los fondos, antaño crecieron como hongos los tecnológicos y ahora el fenómeno se repite con los inmobiliarios, el capital riesgo y los hedge funds. Aunque en teoría estos últimos ganan aunque baje el mercado, en realidad la mayoría son alcistas y se vendrán abajo si la bolsa se gira.
7. Los gestores ‘value’ se salen del mercado: los que invierten únicamente basándose en la valoración de las empresas huyeron en su día de la burbuja tecnológica, con Warren Buffet a la cabeza; se perdieron la mayor parte de la subida, pero también se ahorraron el batacazo. Ahora, hace meses que estos gestores están reduciendo posiciones e incluso cerrando sus fondos porque no encuentran oportunidades de inversión (ver noticia).
8. Fiebre de operaciones corporativas: los últimos años 90 vivieron la explosión de las privatizaciones, de las OPVs y de las segregaciones de filiales, sin contar con unas cuantas OPAs de campanillas (por ejemplo, las de Endesa sobre sus filiales o sobre Enersis). Ahora, parece que tienen más peso las OPAs y las fusiones y adquisiciones, aunque tampoco hay que menospreciar la avalancha de salidas a bolsa del año pasado y las previstas para éste (como Caixaholding). Por cierto, en casi todas estas operaciones tienen un protagonismo total constructoras e inmobiliarias.
9. Los grandes inversores deshacen posiciones: la fase final de las subidas se caracteriza porque los grandes inversores empiezan a soltar papel que absorben los más pequeños, que son los que se ‘comerán’ la caída. Es la ley del mercado. Este movimiento es especialmente llamativo en el sector inmobiliario, donde Ferrovial, Sabadell, Banesto o La Caixa han vendido sus filiales.
10. La gran esperanza para los alcistas reside en una gran diferencia con el año 2000: la valoración. Entonces todo el mercado cotizaba con un PER muy superior a la media histórica, mientras que ahora está por debajo gracias al fuerte crecimiento de los beneficios empresariales. Claro que, si este crecimiento se ralentiza por una recesión, las valoraciones serán mucho más exigentes.
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