martes, 9 de noviembre de 2010

¿CÓMO RECUPERARSE DE LA RECESIÓN?Salida y Recuperación Problemas Estructurales

Salida y Recuperación
Conviene distinguir entre salida de la crisis y recuperación. La salida es
inmediata una vez que se ha tocado fondo en el último trimestre de 2009. Es
decir, la salida sólo consiste en que el primer trimestre de 2010 el crecimiento
trimestral sea mayor que el del trimestre anterior en el que se tocó fondo. La
salida, que sólo consiste en alcanzar una tasa de crecimiento intertrimestral
positiva, es sólo el primer paso de un proceso de recuperación muy largo y
complejo. El segundo paso consiste en alcanzar una tasa de crecimiento
interanual positiva. Según las predicciones del FMI, la OCDE y la Comisión
Europea, no va a poder alcanzarse en 2010, ya que estiman que la tasa
interanual será ligeramente negativa respecto a la de 2009. Habrá que esperar
a 2011 para alcanzarla.
El tercer paso consiste en alcanzar la tasa de crecimiento potencial (no
inflacionista) de la economía española. En el período 1994-2007 fue en
promedio del 2,9%, ahora será ligeramente inferior al 2% ya que una parte de
la oferta productiva ha sido destruida, como muestra un paro del 20%, la
quiebra de unas 300.000 empresas, la retracción de la inversión, el abandono
de planes de aumento de la capacidad productiva instalada que estaban
presupuestados, etc. etc. Esta tasa de crecimiento potencial sólo conseguiría
alcanzarse en 2013, si las economías avanzadas consiguen recuperarse antes
que la española y las emergentes mantengan su crecimiento actual, lo que no
está todavía totalmente claro. El cuarto y último paso consiste el alcanzar, no la
tasa, sino el nivel de producción, medido en euros, potencial de la economía
española, que va a ser también bastante menor que el alcanzado en 2007, lo
que probablemente se consiga en 2015.
En todo caso, conviene advertir que la tasa de crecimiento de 2006 y
2007 no volverá a alcanzarse hasta la segunda mitad de esta década y que el
nivel de PIB en euros de 2007 no volvería a alcanzarse hasta la década
siguiente, si todo va bien. No hay que olvidar, como ha sido explicado más
arriba, que en los años anteriores a la llegada de la crisis y la recesión la
economía estaba creciendo por encima de sus posibilidades, con un exceso de
inflación, con fuertes desequilibrios financieros y externos, lo que era
totalmente insostenible ya que se habían debido a dos choques externos
positivos que es muy poco probable que puedan repetirse en las próximas dos
décadas.
Este proceso tan largo de recuperación coincide con la experiencia
histórica. El FMI ha realizado un estudio de enorme interés sobre lo que ha
ocurrido en las pasadas recesiones de 21 países de la OCDE entre 1960 y
2007. Sus resultados muestran que la recesión típica ha durado casi 4
trimestres y ha producido una caída del PIB del 2 por ciento. Aquellas
recesiones en las que ha habido un credit crunch o un desplome de los precios,
bien de la vivienda o de la bolsa duran más tiempo.
En las que ha habido un credit crunch, que han sido una de cada seis,
han durado en promedio dos años y medio y el crédito ha caído un 20%. En las
que ha habido un desplome de los precios de la vivienda, que han sido una de
cada cuatro, la duración ha sido incluso mayor, ya que en promedio han durado
cuatro años y medio con una caída promedio de un 30% de los precios reales
de las viviendas. En las que se ha dado un desplome de los precios reales de
las acciones, que han sido una de cada tres, la duración media ha sido de dos
años y medio y los precios reales de las acciones han caído un 50%.
Es decir, las recesiones que más duran y que son más profundas son
las asociadas a un credit crunch y a un desplome de los precios reales de la
vivienda y su impacto sobre el PIB se da con un retraso promedio de cuatro o
cinco trimestres. Las caídas de PIB que generan son entre dos y tres veces
mayores que las que no los han sufrido lo que demuestra que existe una
relación de causa efecto entre el sector financiero y el real de las economías.
Aquellas que están asociadas a un desplome de los precios de la vivienda son
las de mayor caída del PIB, independientemente de los cambios en las
variables financieras, incluidos los volúmenes de crédito y los precios de las
acciones. Un análisis reciente de la Comisión Europea muestra que la tasa de
crecimiento potencial del Área Euro (AE) en 2009-2010, caería a casi la mitad
de la de 2008, del 1,3% al 0,7% en su estimación media.

Problemas Estructurales
Las recesiones siempre ponen en evidencia los problemas estructurales
de una economía y es durante estas cuando hay que intentar atajarlos ya que
de no hacerlo, la recuperación puede ser todavía más lenta. Ahora que la
actividad económica ha tocado fondo y que las ayudas públicas de
sostenimiento de la demanda se han detenido y tienen que ser retiradas
gradualmente, los problemas del lado de la oferta de la economía pasan a jugar
el papel fundamental en esta larga fase de recuperación.
En primer lugar, producen un aumento del desempleo de larga duración
o estructural, ya que hay que recolocar a los desempleados en sectores o
empresas en expansión diferentes de aquellos en contracción en que
trabajaban, como construcción, automóvil, servicios bancarios, comercio y
turismo. En segundo lugar, suponen una menor acumulación de capital físico,
lo que, unido a una mayor obsolescencia del capital instalado, hace que, a
medio plazo, caiga la productividad total de los factores (PTF), es decir, la
diferencia entre la tasa de crecimiento de la producción total y la tasa
ponderada de incremento de los factores de producción (capital y trabajo).
En el caso español han quedado al descubierto sus graves problemas
estructurales en el mercado laboral, en la formación, y en la educación
secundaria y terciaria, en la innovación, en la competitividad externa y ahora
además, en el tamaño del gasto y la deuda pública.
Competitividad Baja
La economía española ha perdido, desde 1999, casi 17 puntos
porcentuales de competitividad respecto al Área Euro (AE) medida en términos
de costes laborales unitarios por hora trabajada. La razón es muy sencilla, la
inflación ha sido más elevada cada año que la del Área Euro AE, los salarios
han aumentado con la inflación, a pesar de que la productividad laboral crecía
muy por debajo de la del AE y la PTF ha sido negativa. En unos años eufóricos
en los que la demanda interna crecía al 5% y el sector exterior restaba al
crecimiento nadie pensaba que era un problema, pero ahora que la demanda
interna va a estar deprimida durante cierto tiempo y que hay que salir de la
recesión exportando bienes y servicios, de los que el AE absorbe el 60%, este
problema deviene grave.
Al no poder recurrir a una devaluación del tipo de cambio nominal, como
se hacía antaño, por existir una moneda única en el AE, la sola forma de
recuperarla es haciendo una devaluación interna del tipo de cambio real y esto
sólo se consigue si, durante varios años, los márgenes y los salarios crecen por
debajo de los del AE y si, durante varios años, la productividad laboral crece
por encima de la del AE. No hay otra opción, aun sabiendo que puede ser muy
duro. La otra forma complementaria de paliar esta dureza es llevando a cabo,
al mismo tiempo, una reducción de los costes laborales a costa del consumo.
Esto puede hacerse de tres maneras. La primera consiste en reducir en
varios puntos porcentuales las contribuciones empresariales a la seguridad
social a cambio de aumentar el IVA. Se calcula que por cada 3,5 puntos
porcentuales de reducción de las primeras, el IVA tendría que aumentar en 2
puntos porcentuales. Esto aumentaría el empleo el primer año en 1,4%. La
segunda es reducir directamente el IRPF de las rentas salariales medias y
bajas y compensarla con un aumento del IVA, sabiendo que por cada 2 puntos
porcentuales de reducción del tipo medio del IRPF el IVA debería aumentar 1
punto porcentual.
La tercera es aumentar los impuestos especiales sobre el tabaco, el
alcohol y los carburantes en lugar del IVA y esto por varias razones: primero
porque tiene más sentido gravar el consumo más inelástico, como el del
alcohol o tabaco. Segundo porque son menos regresivos que el IVA. Tercero,
porque son más fáciles de recaudar ya que el IVA deja de pagarse si no se da
factura, mientras que los especiales no pueden evadirse. Cuarto porque
además ayudan a reducir las importaciones de petróleo y quinto, porque
reducen el gasto sanitario (50.000 muertes al año relacionadas con el tabaco,
numerosos accidentes y muertes de tráfico debidas a la ingesta de alcohol etc.
Finalmente, podría también utilizarse una cuarta opción con una mezcla de IVA
e impuestos especiales ya que de los segundos sólo se recauda un 40% de lo
que se recauda con el IVA cada año.
Al mismo tiempo, sería fundamental que el mercado del AE creciese un
poco más rápido ya que ayudaría a aligerar este proceso. En este sentido sería
muy conveniente que los ciudadanos alemanes consumiesen más de lo que
consumen hoy día ya que sólo crecen a través de su demanda externa y no de
la interna. Habiendo sido los primeros en llevar a cabo una devaluación real
interna tanto con reducciones salariales como reducciones de los costes
laborales y aumentos del IVA, consiguen exportar más al AE y al resto del
mundo, pero no aumentan su propia demanda interna. Esta forma de actuar se
llamaba antiguamente “beggar my neighbour policies”.
El problema de recuperar la competitividad es que va a tener un efecto
negativo sobre la demanda interna al reducirse el consumo por un menor
crecimiento salarial, a menos que la productividad laboral crezca mucho, y por
un aumento de los impuestos sobre el consumo que lógicamente tenderán a
reducirlo.

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