miércoles, 7 de febrero de 2007

VARIOS -FIN DE LACLASE MEDIA -7 PECADOS DEL INVERSOR -IR-

"Un país como Portugal, o quizás España, se embarcan en un boom de gasto. Todo parece ir bien, pero detrás de este escenario, la presión sobre los salarios conduce a una lenta y continua pérdida de competitividad. Dicha competitividad decreciente conlleva un déficit por cuenta corriente cada vez mayor. Mientras la economía vaya aparentemente bien, a nadie parece importarle esto.
Pero el boom del gasto no dura eternamente. Quizás porque el optimismo desaparece, como en el caso de Portugal, o porque pincha el boom inmobiliario, como quizás ocurra en España. A partir de aquí, la situación se vuelve repentinamente sombría. La competitividad decreciente conduce a una menor demanda extranjera. Mientras tanto, la demanda doméstica ya no está ahí para sostener la capacidad productiva de la economía. Hay entonces una gran tentación de usar la política fiscal para ayudar a estimular las demandas interior y exterior. Pero ésta no es la solución, y no puede durar para siempre. Lo que se necesita es un aumento de competitividad.
Este aumento de la competitividad puede conseguirse bien mediante crecimientos salariales bajos o nominalmente negativos, o bien aumentando la productividad. La segunda vía es claramente más atractiva, pero si supiéramos cómo incrementar la productividad fácilmente, ya lo habríamos hecho. La primera opción es larga y dolorosa, y puede implicar mucho paro en el camino. La mejor vía sería actuar rápido a través de un acuerdo entre los agentes sociales, pero esto requiere una intensa labor negociadora y confianza para un retorno a la salud económica. Espero que si y cuando el momento llegue, España esté preparada".
Potencia en bajos salarios
El economista lanza estas recetas sobre España, un país que se ha convertido en la segunda ‘potencia’ europea en bajos salarios, sólo por detrás de Reino Unido, de acuerdo a un reciente estudio publicado por la revista Información Comercial Española. Según el mismo, el empleo de bajos salarios afecta al 18,3% de los asalariados españoles, porcentaje que sólo se sitúa por debajo de EEUU (25,2%) y Reino Unido (20%). El estudio se basa en la información suministrada por la Encuesta de Estructura Salarial que periódicamente realiza el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Según otro teórico del equilibrio, el economista y arquitecto español Ricardo Vergés, "en nuestro país hacen falta 6,5 rentas medias por hogar para adquirir una vivienda, frente a las 3,5 necesarias en EEUU o a las 4,4 en Francia". Según sus cálculos, "la deuda hipotecaria en relación a la renta de las familias españolas, incluidos los intereses, alcanza la escalofriante cifra del 269% de la renta nacional de los hogares, frente al 39% de los estadounidenses y al 58% de los franceses".


5.-SABEMOS DONDE ESTAMOS METIDOS, PERO LA SITUACION ES ADMINISTRABLE. Hay que añadir que ese "boom del gasto" se ha financiado a crédito y no hay nada más deflacionario que la deuda. Para recuperar productividad, cuanto más bajemos los costes inmobiliarios menos tendremos que bajar los salariales. El "boom de gasto" nos ha permitido prorrogar la vida al patrón de crecimiento de mediados de los 80. Se nos han juntado las crisis de los dos ciclos. Pero, de los 15 millones de hogares solo 2 lo van a pasar a mal. Muchos retoños de las clases medias, tras sus "calvarios concursales", habrán de emigrar y muchos inmigrantes retornarán a sus paises. Pero, el proceso (que ya ha empezado en octubre pasado) es muy administrable y tendrá final feliz.
6.-CUANTO MÁS BAJEMOS LOS COSTES INMOBILIARIOS, MENOS TENDREMOS QUE BAJAR LOS SALARIALES. Bajar costes salariales, además, es procíclico, en el sentido de que reduce sumplementariamente la demanda, intensificando la recesión. Solo hay un camino: bajar costes inmobiliarios severamente. ¿Cuántas empresas no se inician porque el arrendador del local u oficina se apropia de ese fragil beneficio que tiene todo negocio incipìente?. ¿Cuántos trabajadores no pueden permitirse trabajar a cambio de retribuciones por debajo de su "nivel de subsistencia subjetivo" por culpa de ser jóvenes y, por tanto, haber llegado tarde al mercado de la vivienda?. ¿Cuántos usureros horteras se pavonean como triunfadores del pisito en nuestro país dando el peor de los ejemplos?.

CULTURA Y PODER
El fin de la clase media
@Esteban Hernández
Miércoles, 07 de febrero de 2007

Cada vez resulta más sencillo caer en la escala social y más duro ascender por ella; los trabajos ligados a la estabilidad han decrecido notablemente; los pequeños y medianos empresarios tienen difícil la supervivencia; y cada vez hay menos puestos aceptablemente retribuidos para los trabajadores del conocimiento. En otras palabras, la clase media está en una doble crisis. De una parte, porque las bases materiales sobre las que se apoyaba se han debilitado gravemente. De otra, porque las diferentes opciones políticas cada vez le prestan menos atención.
En realidad, el debate sobre la clase media es una prueba notable de la desorientación ideológica de los partidos. La derecha parlamentaria, además de cuestiones culturales como el matrimonio heterosexual, la religión en las escuelas y el no al diálogo con los abertzales, defiende a las empresas (pero a las grandes). La izquierda occidental le ha dado la respuesta discursiva en esos mismos asuntos (defensa de los homosexuales, emigrantes, pobres del tercer mundo, etc) y ha continuado la línea económica imperante, olvidándose (como de costumbre) de pequeños y medianos empresarios y profesionales.
No debería extrañarnos, entonces, que los análisis acerca de los estratos intermedios intercambien posiciones. Si en el pasado la clase media, en cuanto a porcentaje de votos y en cuanto a mentalidad social, pertenecía al centro-derecha, hoy se aboga por su desaparición desde ese mismo terreno. Mientras, aportaciones teóricas provenientes de la izquierda tratan de asentarse entre las ruinas de ese estrato social. Así parece, al menos, tras la lectura de algunas de las novedades de nuestro mercado editorial.
Lo que piensa la derecha
Edoardo Narduzzi, empresario italiano en el sector de la alta tecnología, y Massimo Gaggi, subdirector del Corriere de la Sera, acaban de publicar un conciso y revelador ensayo, El fin de la clase media (Ed. Lengua de trapo, comprar libro) , que nos describe lo que espera en el futuro cercano a la mayor parte de la población del primer mundo, esa que se convirtió en esencial para la estabilidad de los sistemas políticos. El mérito del libro es actualizar el pensamiento liberal, aplicándolo a un sector social que dicen abocado a evaporarse. En buena medida, afirman los autores, porque la clase media carece ya de función en nuestros tiempos. Según Narduzzi, "la clase media creó el estado constitucional moderno porque no quería pagar más impuestos al monarca sin saber qué recibía a cambio. Después fue capaz de contener el impulso revolucionario de los obreros, una suerte de clase contrarrevolucionaria. Pero con el fin de esos problemas, y con el fin del proletariado, su papel también llega a su fin".
Lo peculiar del texto es que los autores no parecen preocupados por esa perspectiva: aquí no hay lamentos por la pérdida de esos entornos estables y seguros. "Un mundo sin clase media es más dinámico y fluido. El denominador común social es ahora la clase de masa (o sociedad de bajo coste), en la que hay menos posibilidades de obtener o de conservar posiciones inamovibles. La sociedad post clase media es potencialmente más democrática, más meritocrática, más abierta a ofrecer posibilidades a todos".
Sin embargo, la desaparición de la clase media podría suponer, al menos desde un punto de vista teórico, un par de problemas. El primero estaría ligado a los efectos económicos que arrastraría la pérdida de poder adquisitivo de ese sector social. Lo que, para Narduzzi, no sería un inconveniente. Más bien al contrario: "Para crecer es necesario tomar conciencia de que la clase media no es importante. Crecimiento significa sobre todo dar poder a los consumidores y ellos son el componente clave de la sociedad de bajo coste".
El segundo sería político, toda vez que "una sociedad sin clase media es políticamente menos tranquila y estable". Lo que tendría consecuencias sobre los tiempos, "quien gobierna debe saber esto y decidir con cuanta rapidez ha de liberalizar", y sobre las formas: "seguramente aparecerán nuevos proyectos y programas políticos. Porque faltan propuestas en línea con lo que quiere la clase de masa, capaz de cambiar rápidamente de ideas sobre cuestiones concretas, como ocurre con los consumidores. En todo caso, ya no habrá más ideología ni más eslóganes simples que puedan utilizar los políticos".
Junto con las oportunidades, para Narduzzi, también existen riesgos, encarnados en las posibles derivas populistas. "Todo es posible, desde que vayamos hacia una democracia participativa hasta un retroceso en las formas democráticas. Pero es necesario ser prácticos y saber que una clase consumista y de masa puede enamorarse de propuestas populistas con la misma facilidad que en los años 20 y 30 la clase media se vio atraída por los nacionalismos. Las propuestas populistas tienen una ventaja: son simples y fáciles de comunicar, y la sociedad de bajo coste no tiene ganas de perder demasiado tiempo en comprender la política. Los dos hechos juntos pueden producir algo dramático".
Sin duda, la propuesta de Narduzzi/Gaggi no se aleja de los modelos liberales, que han optado por sustituir en sus análisis al ciudadano por el consumidor y a la ideología por la retórica del consumo. Lo que hace especial el texto es el reconocimiento explícito, por su insistencia en fijarse en valores duraderos y por su adhesión a la estabilidad y permanencia, de que la clase media es un obstáculo de primera magnitud para la sociedad móvil que el liberalismo del siglo XXI propugna.
Lo que dice la izquierda
El entorno de la izquierda marxista nunca tuvo demasiados problemas a la hora de analizar los estratos intermedios, ya que los identificaba con la burguesía y, en consecuencia, los veía como parte del problema. Los social-demócratas tampoco observaban ese sector con demasiadas simpatías, habituados a encontrar sus votantes entre los obreros y entre los empleados y cuadros medianos estatales (o pertenecientes a las grandes empresas de titularidad pública). Pero ese sector, del que se nutría la izquierda, está decreciendo y, al mismo tiempo, está dejando de pertenecerles. Quizá porque, como dice Sergio Bologna en Crisis de la clase media y posfordismo (ed. Akal, comprar libro): "la escena de la izquierda está llena de inmigrantes, de palestinos y de qué se yo qué otras iniciativas más: ¿quién habla, sin embargo, de sí mismo como miembro de un estrato social? ¿Quién considera, no obstante, a esa middle class un sujeto político interesante?".
De entre los diversos méritos del texto, uno de los más importantes es tomarse la pregunta en serio. Y las aportaciones de Bologna resultan doblemente interesantes cuanto que surgen de la experiencia: tras una etapa como profesor universitario, hubo de abandonar por problemas políticos el empleo estatal y comenzar desde abajo como consultor. Debió, por tanto, hacer el tránsito del trabajo intelectual del siglo XX al del siglo XXI, y lo que nos cuenta tiene que ver con lo que su trayectoria vital le ha enseñado. Es por eso que es capaz de valorar desde un punto de vista más que sugerente la importancia del trabajo autónomo y del microempresario, y de atisbar en la cotidianeidad del trabajador del conocimiento algunas posibilidades para el futuro. Las consecuencias políticas que extrae de estas figuras miran hacia la izquierda, claro está, pero sus análisis son de interés al margen de la perspectiva que se le quiera otorgar.
Otra cuestión es hasta qué punto la izquierda está en disposición de entender y aprovechar las aportaciones de Bologna. Desde luego, podría necesitarlo electoralmente, porque los barrios de los que extraía sus votos, como son los obreros, le pertenecen cada vez menos. En Francia, son distritos en los que triunfa el partido de Le Pen, y no el PS o el PCF; en España, los barrios de las grandes ciudades son cada vez más de la derecha. Pero, sin duda, se trata de puntos de vista que le vendría muy bien para reactivar su pensamiento programático, que ahora oscila entre el social - liberalismo y las posturas antisistema. Muy probablemente, presa de hábitos de difícil extracción, se ignorarán aportaciones de este calibre y se continuarán utilizando los instrumentos de análisis habituales. Y habrá quien, como los postmarxistas, siga defendiendo que lo que ocurrirá es que la clase media desaparecerá, quedando subsumida en la obrera. Lo que, claro está, coincide con la tesis que desde la derecha se propone como necesaria por boca de Gaggi y Narduzzi.

miércoles 07 febrero 10:39, chinito dijo
de ir- en otro foro hablando de la noticia del santander: " LA REORIENTACION DEL RIESGO CREDITICIO, que pasa del ladrillo al kilowatio y al anillo bencénico, es el ESCUDO que el primer banco español se ha dado a si mismo para ayudarse a pasar de la mejor manera posible el trance amargo (para algunos) en el que ya estamos metidos: el crash inmobiliario. El Sr. Botín está salvado y su consejero Sr. Rojo lo proclama obscenamente: "España, dentro de 1 año o 2, estará en recesión" y nosotros (SCH) tenemos los deberes hechos."
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Los siete pecados mortales del inversor
Resumen de un paper de Michael Dowling y Brian Lucey titulado "Los 7 pecados capitales del inversor."
1. Comprar y vender constantemente: Comprar y vender acciones cuesta dinero, según un estudio realizado por académicos de los EEUU, el 20% de los inversores particulares que más hacían trading en su cartera obtuvieron en el período de estudio una rentabilidad media del 11,4%. El 20% de los inversores individuales que dieron menos rotación a su cartera obtuvieron una rentabilidad media del 18,5%. La pereza te puede hacer ganar más dinero.
2. Invertir por apariencia: La apariencia no es nada, los beneficios son algo y el cash flow lo es todo. Invertir simplemente porque una empresa es conocida o te gusta no es el camino seguro para el éxito. Lo que cuenta son los estados financieros.
3. Seguir a las masas: Sólo existe un número limitado de acciones de una compañía..si todo el mundo quiere comprarlas las acciones subirán de precio. La envida por la rentabilidad que están consiguiendo los demás puede ser uno de los motores más potentes para crear burbujas. Comprar algo por encima de su valor fundamental no representa ningún problema si existe otro "tonto" que te lo compra más tarde…el problema es que es bastante complicado saber si tu no serás el último "tonto". Entrar en una burbuja sólo porque los demás lo están haciendo suele costar bastante caro…..En la bolsa española Astroc tiene todos los requisitos de acabar haciendo mucho daño a bastantes inversores….no vale lo que cotiza, hay pocas acciones en circulación y mucha gente está ganando mucho dinero.
4. No Diversificar: Uno de los pecados más comunes es el de invertir todo el dinero en 1 o 2 acciones, El principio es sencillo, mediante la diversificación puedes atenuar el riesgo de que una empresa de tu cartera sufra un shock. Que tienes acciones de Iberia y te preocupa una subida de los precios del petróleo…pues compra también acciones de Repsol. Particularmente no estoy muy de acuerdo con este principio…si realmente conoces en profundidad 4 o 5 empresas, prefiero invertir en estas 4 o 5 acciones que conozco bien y puedo tener visibilidad sobre la evolución de su mercado que comprar 20 acciones diferentes que no conozco en profundidad….si quieres diversificar porque no conoces bien ninguna empresa yo compraría un ETF sobre un índice y no acciones.
5. Orgullo: La naturaleza humana es reticente a reconocer sus errores.. A los inversores les suele costar comprender que han competido un error y suelen evitar vender en pérdidas. Cuando cae la cotización de una acción en la que hemos invertido solemos ser reacios a vender en pérdidas esperando que con el tiempo la acción se recupere e ignorando las señales de alarma y las noticias que nos pueden estar indicando que nunca más volverá a alcanzar el precio de compra.
6. Seguir la tendencia en precio de las acciones: Es un clásico para muchos inversores tratar de determinar el precio futuro de las acciones basándose en la historia reciente de la cotización de la acción. Parece que hay estudios empíricos que demuestran que hasta el día de hoy no existe ninguna técnica que basándose en la tendencia de una acción permita al inversor obtener rentabilidades superiores al mercado y además corres el peligro de cometer a la vez los pecados 1,2 y 3.
7. Ignorar las lecciones de la historia: La memoria de los inversores suele ser bastante corta, y ya se sabe, aquel que no aprende se sus errores suele repetirlos. Es por esto por lo que las burbujas financieras. Sean realizado estudios sobre la aparición de las nuevas industrias que en sus respectivas épocas tenían un gran futuro y potencial (ferrocarril, aviación, electrónica, internet) y realmente sólo un puñado de las empresas cotizadas en estos sectores han tenido a largo plazo un buen comportamiento…acertar en plena burbuja que empresas serán las ganadores es una tarea bastante complicada.

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