Generación del baby boom, generación X y ciclos sociales
El eterno debate sobre el futuro económico de América del Norte cobra intensidad con cada año que pasa. Por un lado están aquellos que creen en el desarrollo tecnológico y que este desarrollo proporcione la demanda suficiente como para salvar las economías americana y canadiense del desgaste cíclico. Y por otro lado están los que sostienen que ningún gasto público ni tampoco las intervenciones de los bancos centrales podrán reducir los efectos dañinos del recalentamiento.
¿Se pueden evitar los impactos negativos de los ciclos económicos a través de la política económica intervencionista? Si es posible, entonces ¿cómo? Y para empezar ¿qué es lo que está causando la expansión y contracción de los ciclos? Todas estas cuestiones fueron estudiadas en el fascinante libro de Edward Cheung “Generación del baby boom, generación X y ciclos sociales” (Vol. 1, Long Wave Press, 2007; 300 páginas).
Existe mucha confusión respecto a los ciclos de onda larga (que muchos erróneamente consideran como ciclos normales). El ciclo largo de Kondratieff es, probablemente, el más conocido de los ciclos de este tipo. La duración del ciclo largo de Kondratieff es de entre 50 y 60 años entre mínimo y mínimo. El libro de Cheung de nueva edición, primero fue publicado en 1994, relaciona el ciclo de onda larga de Kondratieff con la demografía.
Según escribe en la página 249: “El motor principal del desarrollo de un ciclo largo es la demografía, dado que los cambios demográficos conllevan cambios sociales, económicos y políticos.” En realidad, el libro de Cheung es un pormenorizado estudio del perfil de Norteamérica desde finales de 1700 hasta el día de hoy.
Cheung identifica tres ciclos largos en la historia de Norteamérica. El primer ciclo largo comienza en 1789, llega a su punto álgido en 1814 y marca mínimos en 1843. El segundo toma su inicio en 1843, alcanza el máximo en 1864, coincidiendo con la guerra civil americana, y finaliza en 1897. El tercero empieza en 1897, con el máximo en 1920 y termina en 1932. El cuarto (y el actual ciclo largo) se inició en 1932, llegando al punto de máxima expansión en 1974 y desde aquel momento se está contrayendo, según Cheung.
Cheung mantiene que cada ciclo largo puede ser comprendido y propiamente analizado solamente dentro del contexto del desarrollo demográfico. Por ejemplo, las etapas expansivas de cualquier ciclo largo son llamadas como la generación B. La generación B representa a la joven y próspera población de un país en concreto, y se caracteriza por el idealismo y la innovación en los campos de la industria, la tecnología, la música y las artes. El activismo social también es muy típico de esta generación.
La generación B ya envejecida y sus hijos, generación X, es el tipo dominante de la población durante las etapas contractivas de un ciclo largo. Cheung observa que la población se reduce a ciertos ritmos durante las etapas contractivas de la mayoría de los ciclos largos. Y esto se está haciendo especialmente patente durante el cuarto, el actual, ciclo largo (lo que a largo plazo tendrá unas implicaciones económicas muy profundas). La generación X se caracteriza por su filantropía pero tienen menos interés en la industria, aunque presta un mayor interés a servicios e inversiones.
Cheung subraya que la mayor parte de la etapa contractiva de un ciclo largo se reconoce por la prosperidad económica. Por contra de lo que creen algunos analistas de los ciclos largos, durante las etapas contractivas es cuando se observa un repunte de la especulación financiera y ciertas clases de la población obtienen grandes riquezas. Es la consecuencia de que la generación B había trabajado duramente con su alto nivel de ahorro correspondiente durante la etapa expansiva del ciclo largo y ahora busca rentabilizar sus riquezas acumuladas. Los tipos de interés tienden a subir de manera sostenida a lo largo de la etapa expansiva. En cambio, durante las etapas contractivas los tipos de interés bajan y los precios de los activos suben.
Y solo al final de la fase contractiva del ciclo largo de la generación X, la economía entra en recesión y crisis. La recesión económica, que coincidiría con masivas jubilaciones de la generación B, entre el año 2010 y el siguiente, es obvia para los analistas de ciclos largos. También Cheung habla de este asunto importante explicando cómo se puede reducir el impacto económico negativo que causarán las jubilaciones de la generación del baby boom.
Además de ser un buen analista de ciclos económicos y sociales, Cheung es un hábil historiador, que enseña el camino a los lectores a través de las épocas más enigmáticas de las historia de Norteamérica, mostrando a aquellos personajes y eventos históricos dentro del contexto del desarrollo del ciclo largo. Entre los temas tratados por Cheung están la prohibición, las guerras, las cruzadas religiosas, los movimientos sociales y las tendencias musicales.
Por supuesto, el aspecto más notable de un ciclo largo es el impacto inflacionista y deflacionista que se experimenta a lo largo del ciclo. La etapa expansiva se caracteriza por una elevada inflación, mientras que las etapas contractivas son marcadas por procesos deflacionistas. La inflación coincide con el crecimiento de la población, la característica intrínseca de una etapa expansiva, según Cheung. Como consecuencia de esta inflación, se incrementan los salarios, los tipos de interés y los precios.
Uno de los aspectos más provocativos de la historia de los ciclos largos es el hecho de que las autoridades monetarias siempre parecen vivir en una fase previa del ciclo. Durante los períodos inflacionistas, la política económica es encauzada a combatir la inflación. Durante la fase deflacionista, la estrategia de las autoridades monetarias sigue invariable y siguen combatiendo la inflación. En otras palabras, la política monetaria siempre va con retraso y tiende a enfocar los problemas de la fase anterior del ciclo largo en vez de centrarse en las fases actuales.
Cheung observa: “A lo largo de las dos décadas y media que siguieron a la Gran Depresión , el tema central de la política económica era la prevención de las depresiones. Después de un ataque inflacionista en los años 70, la lucha contra la inflación se ha convertido en la prioridad de la política económica durante prácticamente tres décadas. Actualmente, la tasa de la inflación, los tipos de interés y los incrementos salariales están en el nivel más bajo de muchas décadas... Mientras los salarios y la economía mantengan el crecimiento actual, aquellos que tengan trabajo seguirán viendo aumentar su nivel de vida.”
Ahora que estamos en la fase deflacionista del cuarto ciclo largo identificado por Cheung, estamos siendo testigos de los típicos efectos de las etapas contractivas. Lo más preocupante, según Cheung, es la tendencia hacia la reducción de la población. “Los actuales ritmos de nacimientos y de matrimonios son los más bajos de toda la historia de Norteamérica, lo que no pinta muy bien para el futuro de nuestra economía”, Cheung predice que las dificultades empezarán con las jubilaciones de la generación del baby boom en 2010.
“Con el ciclo largo, -escribe después- tenemos la base para comprender las relaciones históricas y para comprender el futuro... Los ciclos de onda larga son una poderosa herramienta para desentrañar los cambios sociales y los miles de sucesos aparentemente disparatados que transcurrieron en una docena de países a lo largo de cientos de años. Y dada la ausencia de controles científicos en las ciencias sociales, la teoría de ciclos largos ocupa el mejor lugar entre las metodologías de las ciencias sociales.”
“El crecimiento de la población es el soporte del progreso tecnológico y político de la sociedad,” escribe Cheung. “La reducción de su crecimiento está acompañada por el conservadurismo y declive económico.” Continua, “Un número estable de la población o que tiende a reducirse significa una menor demanda de productos y servicios y, consecuentemente, menor necesidad de construir nuevas fábricas, presiones a la baja de los precios, de los sueldos y un nivel de vida más bajo.”
Entre los defectos del trabajo de Cheung se puede indicar la ausencia de una explicación detallada de la economía global y de las consecuencias que afecten el nivel de vida en los próximos años. Y lo que es más importante, ¿qué efectos pueden tener las economías emergentes en el ciclo largo de Norteamérica? ¿Cambiarán las reglas del juego, por llamarlo así? ¿O sus efectos serán insignificantes cara a la deflación del ciclo largo en 2010? También sería aconsejable tomar en cuenta el crecimiento de la población de inmigrantes.
En general, el amplio estudio de Cheung de la historia de Norteamérica dentro del contexto de los ciclos largos es una poderosa demostración de la naturaleza cíclica de todos los eventos. Es la validación de una sabia observación de Salomón en el Ecliastés: “Lo que fue, eso será; lo que se hizo, eso se hará; nada nuevo hay bajo el sol.”
Clif Droke
ClifDroke.com
http://elsabado.es/Actualidad/Articulos/54BabyBoom.html
El costo para EE.UU. de reciclar petrodólares
David Wessel
IAR Noticias
Estados Unidos enfrenta varias amenazas económicas, pero consideremos por un momento una vieja preocupación: el temor de que los países productores de petróleo no sean capaces de "reciclar" todo el dinero que han cobrado, para detrimento de la economía mundial.
La angustia por el "reciclaje de petrodólares" fue noticia en los años 70. Un temor que hoy en día parece curioso cuando Abu Dhabi Investment Authority intercambia las ganancias de alrededor de 75 millones de barriles de petróleo, el valor aproximado de una semana de importaciones de crudo por parte de EE.UU., por una participación del 4,9% en Citigroup.
Sin embargo, hace tres décadas había verdadera preocupación ante la posibilidad de que la Organización de Países Exportadores de Petróleo no supiera qué hacer con las ganancias obtenidas con la primera crisis del crudo. Y había temores de que los países importadores de petróleo, sobre todo en el mundo en vías de desarrollo, pudieran intentar compensar sus crecientes déficits comerciales inducidos por el petróleo, reduciendo otras importaciones.
El Fondo Monetario Internacional estableció "facilidades de petróleo" especiales para prestar a las naciones en desarrollo sedientas del commodity que estaban registrando enormes brechas comerciales.
La OPEP comenzó a comprar. El dinero que ahorró, antes de que cayeran los precios del petróleo, se destinó a valores del gobierno o depósitos bancarios. Los bancos comerciales, a su vez, aumentaron los préstamos a Latinoamérica y otros países en vías de desarrollo, de lo que se arrepintieron más tarde.
Ahora los precios del petróleo están al alza y el dinero vuelve a fluir desde los consumidores en EE.UU., Europa, Japón, China e India a los productores. Incluso si el petróleo regresa a US$70 por barril, los productores cuentan con casi US$2.000 millones para invertir cada día. Entonces, ¿por qué nos inquieta tan poco el reciclaje de los petrodólares?
Para empezar, la economía mundial de principios de 2000 ha sido mucho más sana que la estanflación de los 70. El mundo se ha deshecho en gran medida de los regímenes de tasa de cambio rígidos, aunque no del todo, un problema de los países de Oriente Medio cuyas divisas vinculadas al dólar se están hundiendo junto con a la moneda estadounidense cuando los fundamentos sugieren que deberían estar subiendo. Los mercados financieros globales son mucho mayores de lo que eran entonces.
La perspectiva de enormes déficits comerciales no parece tan inquietante como antes, quizá porque EE.UU. ha podido mantener un gran y (hasta hace poco) creciente brecha comercial. Y los mayores mercados emergentes son más robustos que hace 30 años.
Está claro que los productores de crudo hoy son inversionistas mucho más expertos que en los 70, aunque nadie sabe con certeza a dónde va todo el dinero. Simon Johnson, economista jefe del FMI, dice que sólo se da cuentas de la mitad de las ganancias de los productores de petróleo.
Pero actualmente sólo hay un gran prestatario en la economía mundial: EE.UU. Otros importadores de petróleo, han restringido el gasto del consumidor, aumentado el ahorro o reducido la inversión para evitar los enormes déficits comerciales al estilo de EE.UU. que requieren financiamiento del extranjero.
¿Es todo esto bueno o malo? Este dinero ha ayudado a mantener las tasas de interés de EE.UU. entre medio punto y tres cuartos de punto porcentual por debajo de lo que deberían estar, un contrapeso al daño económico producido por los altos precios del petróleo. Y, como muestra el acuerdo de Citigroup, es bueno tener a alguien con capital para invertir cuando las firmas financieras estadounidenses lo necesitan, aunque sea costoso.
Sin embargo, todos los días la economía estadounidense se vende un poco más a los productores de petróleo y a las economías asiáticas porque no ahorra lo suficiente para financiar su inversión. A cambio, las ganancias futuras de dichos activos fluirán al extranjero en lugar de quedarse en EE.UU.
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