Marbella estalla
¿Por qué Zapatero insiste en que toda la información sobre el proceso vasco la dará personalmente a Rajoy y sólo a Rajoy? Por una razón muy sencilla: no quiere verla al día siguiente en cualquier medio de comunicación afín al PP. Y si, pese a ello, hay filtraciones, sabrá quién ha sido desleal.
Pronóstico: de aquí a las próximas elecciones pasarán pocas cosas en el proceso vasco. Después de la verificación del alto al fuego, fundamentalmente dos: acercamiento de presos y legalización de Batasuna o algo parecido. Todo lo demás quedará para después.
Me dice Abdellah Hammoudi, antropólogo y profesor en Princeton: "La gente es muy plástica. Se recortan libertades, la gente se adapta y en seguida se olvida de lo que teníamos antes, de lo que hemos perdido". Esto está ocurriendo en Estados Unidos, por ejemplo.
Por fin estalla Marbella. Todo el mundo sabía que era la cueva de Alí Babá, ¿qué han hecho los gobiernos del PP y del PSOE que se han sucedido en el poder para evitar lo que allí ha ocurrido desde que Jesús Gil lo convirtió en territorio fuera de la ley? Nada. Las preguntas se agolpan: ¿Hasta dónde podrá llegar la justicia? ¿Hay que pensar que en Marbella operan ya mafias con capacidad de dominar las instituciones públicas? ¿Es Marbella un agujero negro o es la punta del iceberg? Hace tiempo que se vienen haciendo la vista gorda en la Costa del Sol de modo muy imprudente.
Escribe el profesor Pierre Ansart: "Como se ha demostrado a lo largo de la historia, la instrumentalización política y jurídica del resentimiento es una de las manipulaciones más peligrosas, más amenazadoras y más siniestras". Y, sin embargo, está a la orden del día.
Claves para el alto el fuego
Primera señal de desaznarización del PP. Elorriaga y Sáenz de Santamaría sustituyen a Acebes como portavoces de la dirección la vigilia del encuentro Zapatero-Rajoy. ¿Es un gesto aislado o es la primera señal de que el alto el fuego ha tenido efectos de terremoto dentro del PP?
La clave de la reunión Zapatero-Rajoy está en que el presidente pueda darle al líder de la oposición datos suficientes para que éste vea que el proceso tiene todos los visos de ser irreversible. Si es así, Rajoy no se arriesgara a un papel de oposición inevitablemente perdedor, por mucho que este cambio provoque irritación entre los que llevan el resentimiento en las venas.
Para que este proceso sea verdaderamente el del fin de la violencia es necesario que ETA haya decidido abandonar las armas para integrarse en el sistema con un partido tipo Esquerra Republicana. Si es así, como algunos dicen, el éxito del proceso está asegurado. Si no es así, estaríamos ante una tregua no demasiado distinta de las demás. Porque lo cierto es que este gobierno —o cualquier otro— no darán ni Navarra ni la autodeterminación. No hay que dar más importancia de la cuenta a lo que son cláusulas de estilo del discurso de los terroristas.
Es preocupante que en España se oigan tantas voces que temen el fin de ETA. Son los que temen que, sin violencia, Euskadi se vaya. Un cálculo mezquino que sólo demuestra desconfianza en la democracia. Son gentes con poder y conexiones que podrían provocar algún descarrilamiento. Y hay que estar vigilantes.
Ahora que las asociaciones de víctimas habían encontrado una sola voz para alentar la esperanza y pedir la unidad de las fuerzas políticas sale el inefable Alcaraz jugando a la provocación: si no se hace justicia, hay gente que se la tomará por su mano, dice. ¿Con qué esta amenazando? Si Acebes es un estorbo para los tiempos que vienen, este hombre también.
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